jueves, 13 de junio de 2019

LA HORA DEL PUEBLO || Resumen Nacional


La hora del pueblo || Resumen nacional
Se aproxima el fin del ciclo entreguista y devastador de la alianza PRO UCR, aunque todavía reste un trecho que pueda percibirse como infinito. El pueblo vota y elige, y en su elección, define su propio futuro. Los distintos componentes del movimiento nacional han arribado a un acuerdo político trascendente para las próximas elecciones presidenciales y a los demás cargos, a través de su unificación en el Frente con todos. Se trata del trabajo político más interesante que se ha dado en el país, en los últimos años; tal vez desde 2010, cuando Néstor Kirchner intentaba coaligar las distintas fuerzas en  nombre de un frente policlasista, como dijo en el acto de Luna Park de agosto de ese año, delante de los jóvenes de La Campora y de la Juventud Sindical. Luego, por la concurrencia de diferentes causas, el camino no prosperó. Ahora, la unidad no es total, pero sí es la suma de una mayoría de sectores sociales y políticos, representativos de los genuinos intereses del país, lo que crea las condiciones para una nítida expresión popular en las urnas que determine el rumbo a seguir.
El inicio de la recomposición tuvo una base fundamental: la resistencia sindical y de las organizaciones sociales, de la manera en que se pudo de acuerdo a los condicionamientos reales. Desde el mismo momento de la asunción presidencial, en diciembre de 2015, los bancarios se lanzaron a las calles y luego se sucedieron las masivas movilizaciones de los docentes para reclamar las mejoras salariales y la paritaria nacional, arbitrariamente suspendida; a lo que se le sumó rápidamente el activismo militante de los estatales, y esto solo para nombrar algunos sin desmerecer el resto. La protesta no cesó desde el primer día hasta hoy, lo cual incluye un vasto y heterogéneo abanico, desde el ascendente reclamo de los metalúrgicos contra la política antiindustrialista, hasta seis paros generales de la CGT y la CTA.
En 2017, la resistencia social y sindical no encontró una correspondencia efectiva en el campo de las relaciones políticas, aún aturdidas por la derrota electoral, el pase de facturas y la rapidez del cambio regresivo y depredador operado a nivel país. La profundización de la crisis social, el nivel de la debacle institucional y la posibilidad de hundir al país aún más de continuar por esta vía, enseña sobre la necesidad de hacer lo posible para despejar el riesgo de repetir esa experiencia divisoria. Cristina Fernández es la principal artífice de esta recomposición nacional, con pasos significativos con su reunión con sindicalistas, el acercamiento con Moyano, el Partido Justicialista, el Frente Renovador y sin perder de vista la necesidad de un programa de país orientado hacia el interés nacional y popular, lo cual se expresa en su libro “Sinceramente”. Mientras, el oficialismo intenta jugar, recostado en su núcleo duro de apoyo, y poniendo de relieve al factor Pichetto -con resultado no garantizado por cierto-, en la operación de persecución política judicial contra Cristina Fernández, que se agudiza, y el intento por detener la atracción de gobernadores peronistas a favor de Alberto Fernández.
Pero lo verdaderamente importante es que el pueblo, cada vez que puede y lo dejan, se expresa en las urnas con decisión. Así lo reclamó durante los largos 17 años a partir del infausto septiembre de 1955, lo concretó en 1973 apoyando a Campora primero y a Perón-Perón después; lo hizo en octubre de 1983 para impulsar la democracia mediante su concurrencia masiva y entusiasta, y se hizo escuchar fuerte con el 54% de 2011 para apoyar la reelección de Cristina Fernández. Cada caso, con sus matices y limitaciones, constituyó una auténtica expresión de autodeterminación popular, donde el pueblo precisó el rumbo de su destino contra la voluntad de los sectores dominantes.
Más allá de cualquier vuelta política alrededor de la distribución de los lugares en las listas electorales, no exenta de mezquindades y personalismos, la unidad encuentra sólidas bases. ¿Cuál es este fundamento político de fondo para formar un frente de todos? La conciencia acerca de la necesidad de una confluencia lo más amplia posible de las fuerzas sociales de raíz nacional, con interés en el mercado interno y el crecimiento autónomo del país, como lo es la clase trabajadora, para aislar a los sectores oligárquicos y propinarles, así, la derrota política apta para dar riendas a un proyecto de nación productivo, soberano y socialmente justo. Los acuerdos entre dirigentes políticos no siempre tienen un necesario correlato en el comportamiento electoral de las bases sociales, pero el sentido de las próximas elecciones no tendrían que ofrecer dudas para las mayorías populares: se juega su destino de más elemental comunidad.
Claro que la libre manifestación de voluntad popular no estará a resguardo de interferencias nocivas, como en 2015 cuando operaron los sicarios mediáticos y judiciales, y que esa ponzoña, seguramente, hará efectos sobre el sector de la población históricamente colonizado por una idea del desprecio al país y al bajo pueblo –en especial, la franja etaria de los más grandes-. Una forma de autodesprecio aún anida entre nosotros, como enseñaba con profundidad sociológica Arturo Jauretche. Pero la confianza está puesta en que ello no podrá confundir a las mayorías orientadas en el sentido fuerte de la supervivencia nacional, como indica las persistencias de un general rechazo al FMI y una opinión favorable al rol activo del Estado, relevadas en significativas encuestas[i]. La comprensión que no es una cuestión de partidos sino una cuestión nacional, es la plataforma de lanzamiento ideológica para retomar la senda nacional y democrática, y fuente de la esperanza actual.
13/06/2019.

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