viernes, 23 de agosto de 2019

EL SENTIDO DEL VOTO POPULAR | Resumen Nacional


Las elecciones primarias del 11 de Agosto tienen un significado profundo que merece una reflexión permanente y atenta porque marca el inicio de una nueva etapa política en el país. El resultado electoral tiene el valioso y notable efecto de dar un paso fundamental para poner fin al ciclo oligárquico, y constituye una manifestación de voluntad política de las mayorías populares de rechazo al régimen de la dependencia impuesto por la alianza PRO UCR. Una nueva configuración del actuar popular en orden a reorientar la dirección del país, tanto en lo interno como en las relaciones internacionales, en un rumbo de producción y trabajo, por lo primero, y de autonomía, por lo segundo.
Esta reconstrucción política del movimiento nacional tiene, además, el significado de quebrar la imposición de la ideología de la resignación, el miedo y la parálisis, intentada de forma brutal por los grandes medios de la comunicación concentrada, en alianza directa con los personeros políticos que nos gobiernan. El experimento oligárquico, con núcleo en el dominio del centro político del país –las administraciones de Capital Federal, Provincia de Buenos Aires y la Nación- pierde la legitimidad democrática alcanzada en 2015. Lo dicho por Dujovne sobre que nunca antes un gobierno había llevado adelante estas políticas sin que pudiera terminar su mandato, puede complementarse con que eso de que por primera vez quienes las ejecutan llegaron al gobierno con el apoyo de una elección ganada. Pero ahora esas políticas fueron repudiadas por una mayoría. Mantiene, sí, su vigencia en un porcentaje importante de la población asentada, geográficamente, en el centro de la pampa húmeda y sojera y el núcleo capitalino del país, y, culturalmente, en la visión autodenigrada de una nación débil y sometida.
Huellas de las luchas.
Reflexionar sobre las huellas profundas aradas por las luchas sociales de estos cuatro años no sólo es la clave para aproximarnos a una comprensión más adecuada del presente, sino para pensar y actuar en el futuro inmediato. El triunfo electoral es el resultado de un proceso de acumulación tan constante como intensa, que tuvo lugar desde el inicio mismo del ciclo oligárquico, con el fin de erosionarlo, y en la que participaron de diferentes maneras y desde lugares distintos las más variadas organizaciones de trabajadores y bases populares movilizadas para resistir y confrontar ante los oídos sordos de la soberbia gobernante. En esa senda de crítica, cuestionamiento y lucha transitan las fuerzas sociales de raíz nacional, desde los sectores populares, los trabajadores, los pequeños y medianos productores rurales e industriales, entre otros. Y allí encuentra sustento social la fuerza que ahora emerge en este proceso electoral en dos actos. Ahí estuvieron los sindicatos, más allá de la parsimonia sospechosa de la cúpula de la CGT, y las organizaciones sociales, y la masiva rebelión de las mujeres y los jóvenes, de impronta antimacrista.
Estas fueron las notas particulares de la reconstrucción política del movimiento nacional: resistencia a las políticas de ajuste, protagonismo de una nueva generación de delegados sindicales, mujeres en las calles, jóvenes secundarios, trabajadores de la agricultura familiar de todo el país. Un sentido colectivo de la patria emerge, en busca de un escenario política propicio para su realización social. Pese al visible esfuerzo de AF, de colocarse en el lugar del candidato de la conciliación y el progreso indefinido y pacífico, con el fin de no adelantar conflictos de intereses que necesariamente se presentarán en su gestión de gobierno desde el primer día, los distintos sectores populares y de los trabajadores enriquecerían el actual proceso electoral con el aporte de sus perspectivas programáticas propias. Ahora más que nunca la afirmación que el frente es con todos puede adquirir un sentido profundo si se colmara de las exigencias concretas de los trabajadores y del pueblo en general, sin miedo a que ello esmerile al candidato, quien ha mostrado saber cuidarse bien solo en medios hostiles. Aquí, al menos, su programa enunciado, que ya es bastante: https://info135.com.ar/wp-content/uploads/2019/06/1_4904644835744416195.pdf

En fin, todo esto tiene un extraordinario y trascendental significado político, advertible apenas se lo dimensione en el largo trazo de la historia. Se trata pues, de un capítulo de la larga lucha de los argentinos y argentinas, en recuerdo a uno de los tantos notables libros de Norberto Galasso, en el que el movimiento nacional logra organizarse y direccionar el destino colectivo de acuerdo al interés nacional y popular. Reiteramos lo que en una nota anterior, para reafirmar la vocación democrática de nuestro pueblo para revertir procesos de enajenación social: “lo verdaderamente importante es que el pueblo, cada vez que puede y lo dejan, se expresa en las urnas con decisión. Así lo reclamó durante los largos 17 años a partir del infausto septiembre de 1955, lo concretó en 1973 apoyando a Campora primero y a Perón-Perón después; lo hizo en octubre de 1983 para impulsar la democracia mediante su concurrencia masiva y entusiasta, y se hizo escuchar fuerte con el 54% de 2011 para apoyar la reelección de Cristina Fernández. Cada caso, con sus matices y limitaciones, constituyó una auténtica expresión de autodeterminación popular, donde el pueblo precisó el rumbo de su destino contra la voluntad de los sectores dominantes.” (en http://cuestionesdelapatria.blogspot.com/2019/06/la-hora-del-pueblo-resumen-nacional.html). La magnitud del apoyo logrado en las PASO por el Frente de Todos, autoriza a pensar que no se trata de un escenario de opción por el mal menor, sino del ejercicio de la autodeterminación de una mayoría nacional ante la devastadora regresión sufrida.
Fracaso oligárquico y esperanza nacional.
Así, entonces, el modelo oligárquico ha fracasado en su intento de estabilizarse por medio de las reglas de la democracia, en la expectativa de contar con el apoyo ciego y suicida de un sector de la población. La alianza política triunfante tendrá debilidades y limitaciones, pero fue lo suficientemente apta como para ser la expresión de una nueva mayoría nacional democrática. Aún así, nos queda la dependencia y una devastación social, ante la cual sólo mediante un nuevo ciclo nacional será posible encontrar respuestas. Ese será el enorme desafío popular, el de transformar el triunfo electoral en victoria política, mediante el esbozo de las bases para un proyecto nacional.
Lejos de cualquier fantasía triunfalista, la derrota del proyecto oligárquico aún no se ha consumado. Al contrario, pese a que el duro golpe propinado anuncia ese destino, el largo trecho a de acá diciembre, con el fundamental hito de octubre, es el escenario fértil de la reacción revanchista, cuya primera manifestación fue la devaluación del lunes negro posterior a las elecciones, y la persistencia voraz de la fuga de capitales, con sus efectos de destrucción del trabajo y la producción. ¿Cuánto más daño seguirán haciendo de acá al final de esta odisea oligárquica? Está claro que sus límites no serán voluntariamente autoimpuestos, sino elaboración de la marcha que el propio movimiento nacional deberá, de alguna manera, acelerar.
La recomposición del movimiento nacional mediante el recurso electoral se enlaza con la necesidad de la continuidad de esas movilizaciones de protesta y resistencia, la más amplia participación posible, y la profundización del debate en el seno del pueblo acerca de la necesidad de construir un proyecto estratégico, poniendo el eje en las evidentes y palpables consecuencias del regreso a la dependencia. Ésta será la base para fortalecer el andar el movimiento nacional, cuya primera gran tarea será el triunfo en octubre y ponerle límites al saqueo final hasta diciembre. Después de todo, se hace camino al andar, según la verdad del poeta español, bien conocida y seguida por nuestro pueblo en su larga lucha.
22 de agosto de 2019.

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