En las últimas semanas, las movilizaciones populares y de los trabajadores han recuperado el protagonismo en la vida pública. La convocatoria de la CGT del 7 de marzo, la marcha federal educativa del 22 y la del 24 de marzo por la memoria, verdad y justicia, fueron protestas masivas de parte de cientos de miles de trabajadores contra la política oligárquica de ajuste, de caída del salario real de los trabajadores, regresiva en sus derechos y el modelo de dependencia económica. En vísperas del primer paro general y nacional anunciado por la CGT para el 6 de abril próximo es importante recordar el realizado el 27 de abril de 1979, cuando el movimiento obrero organizado realizó el primer paro general contra la dictadura militar y oligárquica que había usurpado el poder desde el 24 de marzo de 1976.
En las últimas semanas, las movilizaciones populares y de los trabajadores han recuperado el protagonismo en la vida pública. La convocatoria de la CGT del 7 de marzo, la marcha federal educativa del 22 y la del 24 de marzo por la memoria, verdad y justicia, fueron protestas masivas de parte de cientos de miles de trabajadores contra la política oligárquica de ajuste, de caída del salario real de los trabajadores, regresiva en sus derechos y el modelo de dependencia económica. En vísperas del primer paro general y nacional anunciado por la CGT para el 6 de abril próximo es importante recordar el realizado el 27 de abril de 1979, cuando el movimiento obrero organizado realizó el primer paro general contra la dictadura militar y oligárquica que había usurpado el poder desde el 24 de marzo de 1976. En
efecto, la dictadura venía implementando una política destinada a sustituir el
modelo económico productivo por uno de primacía de la especulación financiera,
con fuerte caída de la industria y el empleo, bajo la dirección económica de
Martínez de Hoz —hombre del capital financiero internacional y de origen
familiar de la tradicional clase terrateniente—. Para esto, el regimen cívico
militar sometió a la sociedad a una política planificada de represión y
persecución, con cientos de campos de concentración, que provocó un genocidio
de, al menos, treinta mil desaparecidos. Uno de los principales objetivos fue
someter a la clase trabajadora, terminando con cualquier resistencia a sus
intenciones económicas, para lo cual desde el primer día el gobierno tomó
medidas de fuerte represión contra sus organizaciones sindicales. El objetivo
de disciplinar por medio de la generalización del miedo se dio con la
desaparición de dirigentes y delegados de base, la intervención de la CGT, la
ocupación militar de fábricas, como el caso del ingenio Ledesma en Jujuy, y
Ford, Acindar, Astarsa, Dálmine-Siderca y Mercedes Benz, en cuyas fábricas los
militares montaron centros de detención.
Sin
embargo, la resistencia de los trabajadores no cesó y durante los años 1978 y
1979 la protesta gremial creció mucho, pese a la intervención militar de la CGT
mediante diferentes modalidades, entre las cuales estuvo el paro. Ya por
entonces habían aumentado las suspensiones, despidos y cierre de fábricas en
forma alarmante, dando lugar a un notable crecimiento de la protesta desde las
bases mismas, muchas veces desbordando las golpeadas organizaciones.
Por
otro lado, las diferencias sobre cómo posicionarse dieron lugar a dos
corrientes dentro del movimiento obrero. Una reflejada en la Comisión
Nacional del Trabajo, proclive al diálogo con la dictadura, en donde estaba
el dirigente plástico Jorge Triaca (padre del actual ministro de Trabajo), el
telepostal Ramón Baldassini y el sindicalista del vidrio Jorge Luján, entre
otros. La otra postura dio lugar a la denominada Comisión de los 25,
de perfil más confrontativo y de identidad política peronista, constituyéndose
como una fuerza social opositora al régimen. Este grupo estaba formado por
sindicatos de trabajadores cerveceros —bajo el liderazgo de Saúl Ubaldini—, del
tabaco, mecánicos, metalúrgicos, camioneros, taxistas y estatales, entre muchos
otros.
De
esta manera, el 27 de abril de 1977 se dio el primer paro general contra la
política económica del régimen militar. Días antes, el ministro de Trabajo de
la dictadura, Horacio Lliendo, intentó evitarlo mediante la amenaza y
persecución a dirigentes sindicales, siendo detenidos la totalidad de la
conducción de la Comisión de los 25cuando fueron citados a la sede
del ministerio, entre ellos, Ubaldini, Ricardo Pérez, José Rodríguez, Jorge
Luján, Raúl Ravitti, Alberto Campos. Algunos, como Roberto Digón (tabaco) y
Roberto García (taxistas), estuvieron varios meses detenidos en la cárcel de
Caseros. Otros fueron juzgados y encarcelados en los días posteriores, por
orden judicial a causa del apoyo a la huelga.
Pese
a todo, el paro fue confirmado por los cuadros sindicales medios y tuvo lugar
en la fecha fijada con un altísimo grado de acompañamiento por los
trabajadores, en repudio a la política económica de la dictadura los despidos,
la desocupación, la miseria, la caída del salario real, y de la política
represiva de desaparecidos, torturados y presos políticos. También se exigía la
restitución de la Ley de Convenios Colectivos de Trabajo y la normalización de
la actividad sindical, y se rechazaba el decreto dictatorial de Asociaciones
Profesionales y de Obras Sociales. El diario Clarín en su tapa
de ese mismo día, informaba que “el gobierno garantiza la libertad de trabajo y
el orden público”, además de que el juez federal Anzoategui allanaba la finca
de Juan Perón, en Gaspar Campos, para incautar cajas de documentación de culto
de una secta.
Como
dijo Alfredo Ferraresi, histórico dirigente del sindicato de Farmacia,
“nosotros teníamos miedo pero pesó más la vergüenza y nos mandamos al paro
contra la dictadura. Luego nos llevaron presos a más de tres mil compañeros”.
Se
trató de la primera medida de fuerza general que desafió a la dictadura militar
y oligárquica, dando aliento a la resistencia de los trabajadores que, en los
años siguientes, ganaría un fundamental protagonismo para su derrumbe. Un mes
después, incluso, tendría lugar un importante paro de los trabajadores
ferroviarios empujado desde las bases.
En
la actualidad, aunque estemos en democracia, el gobierno implementa una
política económica que sigue los lineamientos de la impulsada por Martínez de
Hoz y la dictadura en 1976, frente a la cual crece la protesta social y
gremial, sostenida por las últimas grandes manifestaciones callejeras. Para una
mejor comprensión del problema social y político presente es importante tener
en cuenta esa valiosa experiencia de las luchas obreras contra el régimen
dictatorial, las cuales nos indican que la resistencia a políticas contrarias a
los intereses y derechos del pueblo necesitan entroncar con la movilización de las
bases de los trabajadores.
Fuentes:
- Baschetti,
Roberto. La clase obrera peronista. Vol. II. Ed. De la
campana, 2009.
- Díaz,
Claudio. El movimiento obrero argentino. Ed. Fabro, 2010.
- Ferrer,
Nelson. Alfredo Ferraresi. Ed. Catálogos, 2013.
Publicado en el sitio: http://presentedelahistoria.com/
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