Presentación
de Claudio Castelli, editor de Vagos Peronistas: “Javier Azzali
hace un elogio del histórico dirigente sindical, fallecido
recientemente, y no precisamente, en la riqueza, como le paso o
pasará a muchos otros, reivindicando la figura del leal dirigente,
inspirador del sindicalismo de liberación, que básicamente aunaba,
las férreas defensas gremiales, con programas políticos
emancipadores. Ongaro vivió el duro exilio, y el asesinato de uno de
sus hijos por la Triple A. Ferviente creyente cristiano, su vida de
compromiso hace escuela en jóvenes dirigentes, sean sindicalistas o
no.”
Raimundo
Ongaro, rodeado de jóvenes, que lo admiraban
|
Raimundo
Ongaro por la huella del sindicalismo de liberación, por Javier
Azzali, para Vagos Peronistas
El
reciente fallecimiento del histórico dirigente sindical Raimundo
Ongaro nos recuerda el valor de su trayectoria política y de vida
constituye un legado con notable presencia y vigencia en la política
contemporánea, más de lo tenido en cuenta. En la actualidad, cuando
el sindicalismo debate acerca de su rol en el escenario político
nacional, la figura de Ongaro muestra un perfil de singular
importancia, como da cuenta su despedida masiva y emotiva en la sede
de la Federación Gráfica Bonaerense de la calle Paseo Colón de la
Capital Federal. Así lo destacaron diferentes personalidades de la
política y el sindicalismo. Victorio Paulón resaltó que “Ongaro
fue un ejemplo lleno de consecuencia. Padeció todas las formas de
represión. Desde la cárcel, exilio, destierro y el asesinato de su
hijo. Recuperó el sindicato y lo plantó como símbolo de la
honradez. Es inolvidable su mítica frase Es preferible honra sin
sindicato que sindicato sin honra”. Norberto Galasso lo consideró
“un ejemplo de absoluta transparencia y entrega. La CGT de los
argentinos es un punto fundamental en la historia argentina. Ongaro,
con su poder de agitador, con sus discursos hermosos y conmovedores,
forjó una figura ejemplar para los jóvenes sindicalistas de hoy”.
Por
su parte, Héctor “el gringo” Amichetti actual secretario general
de los gráficos, dijo que Ongaro “nos legó una concepción
sindical a la cual llamamos Sindicalismo de Liberación. Una idea que
se plasmó a partir de 1957 con el programa de La Falda, si bien la
CGT de los Argentinos la tomó y la profundizó con el programa del 1
de Mayo con el concepto que la lucha de los trabajadores es una lucha
nacional y social, no solo por reivindicaciones laborales”.
Cristina Fernández resaltó que “fue de los dirigentes que con la
lucha del pueblo y de los sectores juveniles trajeron a Perón de
vuelta a la Patria”.
Raimundo
Ongaro representa, en la historia del movimiento sindical argentino,
un aporte esencial a la formación de una conciencia política de los
trabajadores desde una perspectiva nacional, antioligárquica y
antiimperialista, así como también la reivindicación del
sindicalismo como actividad política imprescindible para el país.
Formado en la resistencia peronista tras el derrocamiento golpista
contra Perón, Ongaro toma protagonismo principal en la resistencia a
la dictadura del General Juan Carlos Ongania iniciada en junio de
1966, tras el golpe contra el presidente Arturo Illia.
El
sindicalismo divide sus posiciones frente a la dictadura de Ongania.
Mientras unos, expresados especialmente en la figura de Augusto
Vandor, plantean posiciones cercanas y conciliadoras, otros
consolidan la actitud de resistencia y dan forma y profundizan un
programa de lucha. Las diferencias en los últimos años frente a la
proscripción del movimiento popular mayoritario y por el regreso de
Perón, no eran solo en el orden de la táctica, sino
especialmente de orden programático. El movimiento obrero
organizado, en su conjunto, se enriquecía con figuras como Andrés
Framini (textiles), Amado Olmos (sanidad), Jorge Di Pascuale
(Farmacia), Agustín Tosco (luz y fuerza de Córdoba), Benito Romano
(loas azucareros de Tucumán), Avelino Fernández (metalúrgico),
Lorenzo Pepe (ferroviario), Mario Aguirre (ATE), Atilio López (UTA)
y Gustavo Rearte (jaboneros), entre muchos otros, con quienes asume
una toma de posición sobre el perfil del programa de país, en la
línea marcada por los programas de La Falda de 1957 y de Huerta
Grande de 1962.
El
28 de marzo de 1968 se creó la CGT de los Argentinos, en el Congreso
Normalizador “Amado Olmos” (nombrado así por el fallecimiento
reciente del importante líder sindical), donde se eligió a Raimundo
Ongaro como secretario general. Los grupos sindicales
colaboracionistas –así tildados por su predisposición al diálogo
y reuniones con los funcionarios de la dictadura- dejaron el
congreso, por lo que la CGT de los Argentinos fijó su sede en la
Federación Gráfica Bonaerense en Paseo Colón 731 de la Capital
Federal. Perón felicitó a Ongaro por su actuación en el congreso
normalizador de la CGT, por haber salvado “el honor peronista”
frente a la actitud de los otros.
En
el mensaje del 1ero de mayo de 1968, la CGT de los Argentinos se
dirigió al pueblo para explicar su programa de país a partir de una
propuesta de liberación nacional y social, con definiciones
conceptuales precisas. “A los que afirman que los trabajadores
deben permanecer indiferentes al destino del país y pretenden que
nos ocupemos solamente de problemas sindicales, les respondemos con
las palabras un inolvidable compañero, Amado Olmos, quien días
antes de morir, desentrañó para siempre esa farsa: el obrero no
quiere la solución por arriba porque hace doce años que la sufre y
no sirve. El trabajador quiere el sindicalismo integral, que se
proyecta hacia el control del poder, que asegura en función de tal
el bienestar del pueblo todo. Lo otro es sindicalismo amarillo,
imperialista, que quiere que nos ocupemos solamente de los convenios
y las colonias de vacaciones....”
La
CGT de los Argentinos tuvo su órgano de prensa hasta febrero de
1970, con el periódico “CGT”, con Ongaro y Ricardo De Luca como
editores responsables y Rodolfo Walsh y Rogelio García Lupo entre
sus principales redactores. Otra definición conceptual trascendente
la dio Juan Perón, en junio de 1968, en apoyo al liderazgo de
Ongaro: “usted es el primer dirigente contemporáneo que puede
conseguir movilizar la masa hasta ahora inactiva y perezosa y
ello es debido a sus valores espirituales; persista sin desmayo en
ello y realizará lo que los peronistas venimos anhelando desde hace
ya más de doce años”.
En
un contexto de persecución y represión, Ongaro fue uno de los
protagonistas principales de hechos políticos centrales de la vida
del pueblo, marcada por la lucha y la resistencia a las dictaduras,
confluyendo finalmente, junto con el esfuerzo militante de otros
sectores sociales de la vida nacional, lograr el regreso de Perón,
el líder proscripto y exiliado.
Ongaro,
por su cuenta, también tuvo definiciones ideológicas en el orden
social y mundial, como cuando decía que “el mundo tiene solo dos
alternativas, el capitalista y el socialista, pero marcha
inexorablemente hacia el socialista (…) lo que no queremos es el
socialismo que se convierta en una fábrica de consumo y producción,
que mantiene el lucro. Luchamos por un socialismo con valores
cristianos, por la liberación de amor que comporta una nueva fe de
fraternidad entre los hombres” (Baschetti, R. La Clase obrera
argentina, Vol. I, p. 153). Su fe cristiana está presente desde su
origen y dejó su marca en la fortaleza de su discurso, con una
recurrente invocación de la figura de Jesus. Al mismo tiempo,
Agustín Tosco, el gran dirigente de Luz y Fuerza de Córdoba,
opinaba que la mayoría de los trabajadores eran peronistas, “la
lucha por la liberación nacional pasa por la clase obrera, el
peronismo sincero está definido por la liberación nacional”.
Como
explica el historiador Roberto Baschetti, Ongarotenía la visión de
resaltar la importancia política de la unidad de los trabajadores,
la movilización de las masas y el protagonismo popular en la
política del país, a diferencia de los golpes palaciegos como
solución a los problemas del país. Crítico de los acuerdos con
Ongania, los Aramburu y Alsogaray, de los que se visten de un
“nacionalismo sin pueblo para coquetear con los renegados del
movimiento obrero”, y de Rucci por su vínculo con un terrateniente
como Anchorena, ya que “los terratenientes: el centro del
parasitismo y la causa básica del atraso y la dependencia de la
economía argentina” (Baschetti, R. La Clase obrera argentina, Vol.
I, p. 177). Perón confirmaría su apoyo a Ongaro en varias
ocasiones, de quien resaltaba su patriotismo y actitud de lucha
porque “renunciar a la lucha es casi como renunciar a la vida, pero
evitarla cuando el que sufre es el pueblo, es una debilidad criminal”
(Baschetti, idem.). En un documento firmado por Ongaro y Alfredo
Ferraresi (de Farmacia), se precisa el programa detrás del objetivo
del regreso de Perón: “junto con Perón exige que vuelva una
política forjada alrededor de la presencia de las masas (que no es
otra que) la nacionalización del comercio exterior, el sistema
bancario, el crédito, los servicios públicos”, la casi
desaparición del capital extranjero, la supresión de la deuda
externa y de las remesas al exterior, el acceso de los trabajadores
al producto nacional, la congelación de alquileres y arrendamiento,
la política internacional enfrentada al imperialismo y el
reconocimiento de los trabajadores como fuerza esencial de la nación.
Tras
haber estado nueve meses en prisión, Ongaro partió al exilio
compulsivo el 29 de agosto de 1975. En una entrevista en 1984,
explicó que con Tosco habían decidido “que si era necesario
moriríamos presos en la cárcel pero siempre en la Argentina”.
Dijo, “estuve catorce veces preso en la Argentina, fui secuestrado
en una ocasión, mi hogar fue allanado muchas veces. Mi mujer perdió
alguno de los hijos por intromisiones en mi casa., a altas horas de
la madrugada, hombre que transportados en automóviles aparecían en
esta localidad de Los Polvorines, haciendo uso de armas, vestidos de
civil. A tanto llegó que cada vez que oíamos un automóvil era un
terror, en una población alejada 34 kilómetros de Buenos Aires.”
(Biblioteca política Argentina – Nº 109 “La Argentina
exiliada”, de Daniel Parcero, Marcelo Helfgot y Diego Dulce, 1984,
en el sitio web http://www.cgtargentinos.org). Sin embargo, fue el 8
de mayo de 1975, mientras estaba preso en una celda de aislamiento en
la cárcel de Villa Devoto a disposición del Poder Ejecutivo
Nacional, se enteró del asesinato de su hijo Alfredo Máximo por la
Triple A y de la amenaza del resto de su familia.
Ahí
inició su exilio, primero en Perú, donde aún estaba el General
Velazco Alvarado, y luego a Francia, desde donde fue protagonista de
la campaña a favor de los derechos humanos. “En el exilio vivía
obsesionado porque en la Argentina había presos, muertos,
desaparecidos, Madres de Plaza de Mayo, abuelas de Plaza de Mayo,
organismos de defensa de los derechos humanos, la Asamblea
Permanente, el Servicio de Paz y Justicia, el Premio Nóbel Pérez
Esquivel me había visitado en Francia en el quinto piso donde yo
vivía, junto con sacerdotes y otros representantes de Iglesias
Cristianas. No tenía otra dedicación que ver terminada la dictadura
militar las 24 horas de cada día. El centro principal de la lucha
contra la dictadura estaba en la Argentina, nosotros éramos el
soporte exterior. Era un aporte muy intenso a través de los diarios,
las revistas, siempre hablando de la Argentina, en un púlpito o en
un congreso político o sindical”.
Ongaro
puede regresar al país el 17 de marzo de 1984, aunque tuvo que
esperar que un juez le cesara la orden de detención a disposición
del Poder Ejecutivo vigente desde 1974. Por entonces, opinaba acerca
de los problemas nacionales que “se debe tratar que la
participación de los trabajadores sea tan importante como para que
la riqueza y el bienestar que ellos generan ayude a que la Argentina
vea también su deber con Latinoamérica de construir la Patria
Grande, de salir del estado-nación para forjar un estado-continente,
en una época en que una nación que tenga menos de dos océanos ya
no tiene voz ni voto en el mundo actual” (ob. cit.). Como contó
Héctor Amichetti en el programa Patria Grande Latinoamericana (de
Gabriel Fernández y Jorge Thielbard) en Radio Gráfica, a la vuelta
de la dictadura Ongaro encontró en las bases de los trabajadores
gráficos el reconocimiento a su lucha, como destaca su impulso a los
talleres recuperados por los trabajadores en los últimos años.
La
huella del sindicalismo de liberación es profunda desde entonces,
como lo muestra que diferentes sectores del sindicalismo han
reivindicado el programa de la CGT de los Argentinos en sus luchas
sociales, como en los 26 puntos de la CGT liderada por Saúl
Ubaldini, la resistencia al neoliberalismo de los noventa con la
Central de los Trabajadores Argentinos y el Movimiento de los
Trabajadores Argentinos, y hechos de relevancia como la marcha
federal 1994 y los 1003 días de ayuno en la carpa blanca de la
CETERA. Aún con los matices y las particularides propias esa
concepción cuenta con proyección fuerte en la actualidad. La
concepción del sindicalismo de liberación está en la raíz del
problema nacional, o sea la disputa histórica del país para
realizar la soberanía nacional y la justicia social, contra todas la
formas del colonialismo económico, político y cultural.
El
recorrido político de Ongaro nos trae preguntas significativas para
el movimiento de los trabajadores. Su trayectoria testimonia la
posibilidad de un sindicalismo que, además, de la reivindicación
gremial, asuma la representación política de los trabajadores,
desde una perspectiva de liberación y alrededor de la idea de patria
como bien común de las mayorías populares. Esto también nos
recuerda que el movimiento sindical es mucho más amplio de como lo
suelen mostrar los medios masivos de comunicación, en los que
sobrevuelan los prejuicios antisindicales. No se trata de intentar en
vano repetir experiencias del pasado, ocurridas en otro tiempo y
contexto, sino de reivindicar los rasgos salientes de un legado
político, gremial e ideológico para orientarnos a la hora de
precisar el rumbo del sindicalismo argentino en la actualidad.
Fuentes:
Sitio
web de La Señal Medios (www.laseñalmedios.com.ar) de Radio Gráfica.
Sitio
web http://www.cgtargentinos.org.
La
Clase obrera argentina, Roberto Baschetti, Colihue.
El
movimiento obrero argentino, Claudio Díaz, Ediciones Fabro.
Clase
trabajadora/Nuesta historia, de SUTEBA/CETERA.
Del
anarquismo al peronismo, Alberto Belloni, Editorial Punto de
Encuentro.
Javier
Azzali, agosto de 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario