viernes, 8 de julio de 2016

Patria o buitres en las Naciones Unidas (2015)


Las Naciones Unidas han aprobado un documento con nueve principios para regular la reestructuración de las deudas externas de los estados y que limita a los fondos buitres, con fundamento en el derecho al derecho soberano de los Estados para reestructurar su deuda, a la inmunidad soberana y al desarrollo inclusivo. Si bien todavía falta pasar por el difícil tamiz de la aprobación de la asamblea general de los Presidentes, lo cierto es que se trata de un hecho de trascendencia porque se avanza en el sentido señalado por Argentina y por la Presidenta en su notable último discurso ante la ONU. Nuestro país ya en el 2014 había logrado una victoria resonante al aprobarse su iniciativa para crear una legislación anti-buitre, con el apoyo del G-77 más China y el no menos significativo voto en contra de los Estados Unidos.
Los fondos buitres son la punta de lanza de la dominación económica. Se tratan de poderosísimos grupos económicos que especulan comprando deuda de países en grave crisis o en quiebra directamente, para obtener judicialmente en el mediano plazo el cobro de un monto muy superior al de compra. En los hechos, han funcionado como fuerza económica de choque contra las reestructuraciones de deuda externa, golpeando duramente cualquier intento de autonomía financiera por parte de los estados, no permitiéndoles recuperarse y empujándolos otra vez a los ajustes fiscales, privatización y endeudamiento. Recrean la utopía conservadora del fin del Estado, propia del neoliberalismo. Con acierto, nuestro ministro de economía dijo que actualmente lo que no nos puede hacer el FMI ha quedado en manos de los fondos buitres. La presidenta en la reciente Cumbre de Brasilia de MERCOSUR les puso el cascabel al gato, cuando comparó su actual accionar con el la represiva Operación Condor de los setenta.
En verdad, estos depredadores sociales globales –nuevamente cito una frase de la Presidenta- son una manifestación del predominio de una oligarquía financiera que el economista francés Francois Morin denomina “la hidra mundial” y “banda organizada”, que ha acentuado, a escala mundial, la dependencia de los estados respecto de los poderes concentrados. Este capital financiero concentrado es una oligarquía cuya principal área de actuación es la industria militar petrolera de los EUA, con la cual intentan someter a la civilización entera. En este marco, los fondos buitres representan la avanzada contra los países periféricos o semicoloniales –como Ecuador y Vietnam, para dar solo dos ejemplos- por parte de una patrulla imperialista con raíces en el mismísimo partido republicano. Es el caso del multimillonario Paul Singer o del candidato presidencial de los EUA Donald Trump, para quien la crisis en España es una oportunidad porque “está enferma y toca aprovecharse” (Revista Forbes de México, 09/2014).
El caso de Grecia es clave para el futuro de occidente porque allí se han impuesto las decisiones de la Troika, a través del Banco Central Europeo y Alemania, para que su pueblo se someta al ajuste fiscal y las privatizaciones, pese a que había votado su rechazo. La falta de un programa alternativo claro –vg. salida del euro-, parece haberlo encerrado en la impotencia política. Es predecible que esta sumisión económica se extienda a los otros países de la eurozona que no casualmente comparten el descalificativo de PIGS –cerdo en inglés- (Portugal, Irlanda, Grecia y España), en un enfrentamiento entre esa “banda organizada” y la soberanía popular cuyo desenlace parece, por ahora, oscuro.
En este escenario de despliegue del capitalismo en su versión más depredadora, la presión de los fondos buitres sobre nuestro país expresa de esta manera una estrategia fuerte de parte del poder financiero imperialista para debilitar esa posición de autonomía y lograr una regresión conservadora. La consigna “patria o buitres” es una invención del ingenio político de las bases para sintetizar la disputa política principal de estos tiempos, hija de la histórica “patria sí, colonia no”.
El debate internacional respecto del tratamiento de la deuda externa pone en evidencia la división mundial de los países, entre un bloque imperialista y una mayoría de condición semicolonial y dependiente, y el regreso de los capitalismos autóctonos como forma de lucha nacional. Aunque estas economías nacionales para ser viables en la etapa actual de globalización financiera exigen, al menos, desarrollarse en grandes espacios continentales, y un decidido protagonismo de las masas populares en la vida política interna de los países. Un motivo más para tomar conciencia de la necesidad histórica de alcanzar la unidad latinoamericana, con propuestas tan trascendentales como las de crear una arquitectura financiera propia como fuente de ahorro nacional latinoamericano.
En fin, la propuesta de regulación anti buitre es parte de un proceso histórico largo y difícil, en un mundo caracterizado por el predominio global capitalista especulativo y la ausencia de una alternativa real y no meramente teórica, tras la caída del socialismo de la Unión Soviética. Pero parece, por ahora, el único camino posible como manifestación actual de resistencia a esa oligarquía financiera depredadora. Su instauración e implementación será una prueba de fuego para el futuro de las Naciones Unidas como sistema político internacional, y para los estados que pugnan por darle un contenido más democrático como el caso de los de nuestra América.
JA
Publicado en Señales Populares
Agosto de 2015

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