viernes, 8 de julio de 2016

¿Nueva derecha o vieja dependencia?


Una caracterización común de la flamante alianza de gobierno es que es trata de una nueva derecha por su concepción conservadora, mientras que sus defensores alegan que ya no hay ni derechas ni izquierdas y que en verdad ellos son el cambio y la unidad nacional. Sin embargo, más allá de los límites en que el debate se presenta, es posible realizar mayores precisiones.
La alianza gobernante, a juzgar por los antecedentes de sus referentes como por el gabinete elegido se trata, fundamentalmente, de una alianza entre multinacionales, el empresariado local concentrado y la oligarquía agroexportadora, con el respaldo del multimedio Grupo Clarín. Por los ministerios desfilan representantes de Shell, JP Morgan, General Motors, Monsanto y Deutsche Bank, de la UIA y de los patrones del campo, entre otros. Para caracterizar al nuevo gobierno, entonces primero hay que hacerlo con las multinacionales: éstas no son expresión de exitosos emprendedores ricos y librepensadores –como los presentan los centros de estudio del pensamiento liberal conservador-, sino que son empresas pertenecientes a potencias extranjeras y forman parte de su estrategia de expansión mundial como la historia general demuestra invariablemente, con sus casas matrices en EUA, Inglaterra, Alemania, Francia, etc.
Su política empresarial es proteger el interés nacional de sus propios países en desmedro del interés colectivo nuestro, mediante la apropiación directa de patrimonio argentino público o privado (privatización de empresas estatales o extranjerización de empresas privadas) o por la fuga de capitales sin control estatal y el dominio de áreas vitales de la economía (desde el comercio exterior hasta la siderurgia). No procuran la reinversión productiva sino la remisión de utilidades. Este alto empresariado local y extranjero, beneficiarios directos de la reconversión económica y del sometimiento del país implementado por la última dictadura militar, fueron también cómplices de las prácticas represivas contra los trabajadores, como en el caso de Ford, Mercedes Benz, Acindar, Siderca (Techint), Fiat, Ledesma, entre varios más, como revela la investigación de la complicidad empresarial en el período dictatorial en el marco de la comisión bicameral del congreso de la nación. ¿Y los políticos del Pro y la UCR? Bien gracias, a la saga del llamado “círculo rojo” empresarial, la auténtica conducción del proyecto.
Por otro lado, el anunciado giro hacia la Alianza del Pacífico y la firma del TLC del MERCOSUR con Europa significaría el regreso de los acuerdos de libre comercio como el derrotado proyecto del ALCA. Los acuerdos de libre e igual comercio esconden, en verdad, la desigualdad de competencia que llevan a la ruina a las producciones locales y sirven principalmente para profundizar la expansión económica y dominación de las potencias mundiales como Estados Unidos en la región. La libertad referida ha sido siempre, en los hechos, como la del zorro al cuidado del corral. Por eso, la medida de su imposición será la del debilitamiento del proceso de unificación regional enmarcado en la Unasur y Celac. Además, la autonomía regional en el escenario mundial será sustituida por una subordinación geopolítica a los intereses norteamericanos, lo que también abre un interrogante acerca de la firmeza del reclamo de soberanía territorial sobre Malvinas, actual base militar de la OTAN. Mientras, el periodista proimperialista Andres Oppenheimer (de El Miami Herald), se entusiasma por el cambio político en América Latina que, según su parcial criterio, será dejar de estar aislados del mundo –o sea de EUA- y en desmedro del populismo bolivariano –o sea de la Patria Grande-. Ya hablan de “desideologizar la política exterior” (La Nación, 7/12/2015).
No es una cuestión de partidos sino una cuestión nacional
Juan José Hernández Arregui sostenía, en su obra “La formación de la conciencia nacional”, que la dictadura de 1955 tuvo por objeto regresar al país al orden agroexportador, transferir la riqueza nacional al sector ganadero y agrario y detener la industrialización por imposición de las grandes potencias exportadoras, disminuir el consumo interno, bajar el precio de la mano de obra al servicio del capital colonizador, aplastar el movimiento sindical organizado, entregar a los monopolios extranjeros el control de la economía nacional que se había liberado de tutelas y fiscalizar la producción industrial de acuerdo a esos intereses. Hoy, la historia parece repetirse –aunque por vía de elecciones libres y legítimas y no de un golpe de estado militar- con algunos agregados de peso: la posición dominante del sistema financiero y el alto nivel de concentración y extranjerización del empresariado en el país, el contexto de una reconfiguración del poder mundial con predominio de la alianza industria militar y el poder financiero internacional. No es solo una cuestión de rentabilidad empresarial y patronal sino además de destruir la autonomía nacional y latinoamericana. Es la vuelta al viejo problema de la dependencia económica y geopolítica, con sus efectos devastadores de desigualdad y fragmentación para el país y la región. Este el contenido reaccionario del programa de país presto a implementarse.
En los países dependientes como el nuestro, la democracia se debilita en la medida de la falta de soberanía porque sin soberanía no hay proyecto de nación posible, por eso las instituciones democráticas parecen estar todo el tiempo a punto de derrumbarse. Sin soberanía no hay instituciones fuertes ni conquistas sociales posibles y duraderas, como orienta el Proyecto para el Modelo Argentino de Juan Perón cuya referencia actual es ineludible. Identificar los intereses de clase y del imperialismo será un recurso fundamental contra este liberalismo conservador que, detrás de la proclama abstracta del libre mercado oculta los nombres propios de las empresas y bancos extranjeros con posición dominantes y, de este modo, presenta al programa de la dependencia como el único estado posible para nuestro país.

JA
Publicado en Señales Populares, abril 2016.

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