viernes, 8 de julio de 2016

El retorno al coloniaje en tiempos de cambio. Por Mara Espasande


El triunfo de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales de 2015 significó un veloz retorno al pasado en numerosos aspectos de la política nacional, así también como en el plano de las relaciones internacionales. Durante la campaña presidencial del 2015 se instalaron como temas centrales del debate las cuestiones económicas y la supuesta “problemática” de la inseguridad. Por el contrario, la política internacional -fundamental en cuanto que determina en gran medida la política interna de nuestro país- quedó relegada a un segundo plano. Para muchos pasaron inadvertidas las declaraciones del entonces candidato Macri sobre la necesidad de “abrirse al mundo”. Los medios concentrados de comunicación repetían incansablemente "Estamos aislados del mundo”, replicando el discurso macrista. En aquel momento el candidato declaraba: “hay que darle vitalidad y recuperar la dinámica en el Mercosur, avanzar en los convenios con la Unión Europea y converger con la Alianza del Pacífico”.
Estas declaraciones anunciaron las decisiones políticas en materia internacional que el actual gobierno está llevando adelante. Ya en ejercicio del mandato presidencial, en el marco del encuentro con el ex presidente chileno Sebastián Piñera, acérrimo neoliberal, Macri afirmó: “En el tema de la integración económica y comercial, los modelos que siguen Mercosur y Alianza del Pacífico son distintos. El Mercosur ha buscado una integración entre los países, pero no se ha integrado con el mundo. La Alianza se ha integrado en su interior, pero también con el mundo”.
Pero, ¿Qué es la Alianza del Pacífico?, ¿qué consecuencias tendría para la Argentina la incorporación a este bloque?, ¿cómo afectaría al MERCOSUR, UNASUR y Celac?
La Alianza del Pacífico (AP) es un organismo de integración regional conformado por Chile, Colombia, México y Perú, creado en 2011. Tal como declaran en sus documentos oficiales, su objetivo central es establecer un área de integración para avanzar progresivamente hacia la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas, apuntalando el crecimiento, desarrollo y competitividad de las economías de los países miembros. Sin embargo, a partir de lo sucedido en estos años puede afirmarse que la integración se produjo principalmente en el plano comercial y no así, en otros de los aspectos plateados.
Por otro lado, los países miembros poseen un estrecho vínculo comercial con los Estados Unidos, ya que todos ellos han firmado en la forma bilateral Tratados de Libre Comercio (TLC). Puede observarse entonces, que la AP forma parte de la estrategia geopolítica norteamericana hacia América Latina, con un doble objetivo. Por un lado, busca introducir sus mercancías y capitales especulativos en las estructuras económicas de los integrantes del bloque. Lo que no logró mediante la implantación del ALCA (enterrado en 2005) a escala continental, lo consiguió con estos países del Pacífico que, continuando con la aplicación de políticas neoliberales, decidieron priorizar este vínculo antes que la integración intrarregional, propuesta por Brasil, Ecuador, Bolivia y Argentina, entre otros.
Por otro lado, en términos geopolíticos, la AP fue la respuesta que encontró la potencia del norte para contrarrestar y frenar el proceso de unidad de la Patria Grande, impulsado luego de la derrota del ALCA. La creación de la UNASUR, de la CELAC, y el fortalecimiento de los procesos de integración no exclusivamente económicos en el MERCOSUR, resultaron una clara amenaza para la potencia imperialista. Por eso, luego de la derrota del proyecto continental, apostó a la firma de tratados bilaterales de libre comercio (de bienes y servicios) que terminaron confluyendo en la formación de esta Alianza.
Es importante destacar, que la presencia norteamericana en la región no se limita al ámbito económico, sino que existe también en el plano diplomático y militar. A través de sus embajadas y del accionar de sus agencias -como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la Administración para el Control de Drogas (DEA)-, intervinieron activamente en los golpes de Estado perpetrados en Venezuela, Honduras, Paraguay y en los intentos desestabilizadores llevados a cabo contra los gobiernos de Ecuador y Bolivia; además de esto, cuentan con numerosas bases militares a las cuales se suma el despliegue de la Cuarta Flota.
En este contexto, el acercamiento del gobierno argentino a la AP y, por ende, a los Estados Unidos, sólo puede significar el retorno al coloniaje. Además, este proceso se produce en el marco de la profundización de la crisis mundial, donde los países centrales buscan desesperadamente ubicar su producción sobrante. La apertura indiscriminada de la economía argentina, tal como provocaría el ingreso a la AP o la firma de un TLC con Estados Unidos, generaría efectos catastróficos. La industria nacional, el desarrollo de las Pymes, cientos de miles de puestos de trabajo, se verían indefectiblemente afectados. Mientras tanto, el discurso oficial -y sus voceros en los medios concentrados- nos hablarían de las ventajas de la “re-inserción” al mundo: el ingreso de las grandes marcas europeas y norteamericanas y productos de última generación, que se convertirían en un privilegio para pocos… Una historia conocida -pero muchas veces no recordada- para el pueblo argentino.
Tal como calificaba FORJA al Pacto Roca Runciman durante la Década Infame, nos encontramos ante la posibilidad de la firma de un nuevo Estatuto legal del coloniaje. La política de integración regional llevada a cabo por el gobierno kirchnerista fue una de las claves que permitió el desarrollo de un modelo que buscó la redistribución del ingreso y el ejercicio de la soberanía nacional. Defender lo alcanzado y evitar que el gobierno macrista vuelva a someter a nuestro país a los designios del imperialismo, dependerá de la capacidad de organizarnos y tejer redes con otras organizaciones hermanas latinoamericanas para resistir a esta nueva avanzada del neoliberalismo que, como ya nos ha enseñado nuestra historia, solo puede terminar en hambre y represión para nuestros pueblos.

Publicado en Señales Populares N°47, abril de 2016.


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