jueves, 14 de julio de 2016

México en la etapa superior del neoliberalismo (2014)

La masacre de los estudiantes normalistas en Atyozinapa no es un hecho extraño a la realidad histórica del país, y tiene una causa predominante: la disolución nacional a que condujo la profundización del neoliberalismo. El avance incesante de las políticas conservadoras desde 1994, con la vigencia del Tratado de Libre Comercio del Atlántico Norte sometió al país de raíces campesinas, indígenas y obreras, en la más vasta dependencia de su historia respecto de Estados Unidos y el poder financiero internacional. Esta sumisión contrasta con el rechazo al Alca en 2005, por lo que no es audaz pensar que algo de lo que ocurre en México podría haber pasado por esta zona del continente, de haberse seguido por ese camino.
La inédita y dolorosa violencia narco y terrorista de los últimos años, es consecuencia del vacío de poder político provocado por la falta de respuesta ante la destrucción socioeconómica y su impotencia de ofrecer un programa nacional y democrático. La sustitución de la autoridad política, en sus diferentes niveles, por los poderes narcos es expresión de la crisis gravísima de las economías rurales y locales que se desintegran ante el libre comercio con el gran país del norte. Lo que es mucho decir en un país con fuerte presencia campesina. Para peor, el reciente “pacto” entre las principales fuerzas políticas tuvo como principal motivación respaldar la subordinación del petróleo al capital extranjero y el apoyo a la liberalización financiera, mientras la desocupación crece y los bancos fugan divisas sin control en un mercado interno que se achica. Y ahora, en el Guerrero Bronco (como dice un conocido libro de Armando Bartra), reaparece la violencia local contra cualquier aire de rebelión agrarista, presente y futura. Otra cuestión poca recalcada es el dato que Lucio Cabañas, el conocido guerrillero, era también maestro rural recibido de Ayotzinapa, por lo que se enlaza con la memoria histórica de las luchas agraristas por la tierra.
El panorama ha enervado el poderoso sentimiento nacional de los mexicanos, con raíces en una historia que cuenta con una revolución social en el primer cuarto del siglo XX. Las movilizaciones populares recientes demuestran que su pueblo está vivo e indignado, pero éste necesita darse una representación política y un programa, justo cuando el sexenio del PRI recién ha empezado. El desafío es enorme y la frustración de la experiencia del 132 o incluso de la fallida proyección de López Obrador, son fantasmas a la hora de la organización. México preocupa a cualquiera de corazón latinoamericano. La defensa de la soberanía económica y de las normas más básicas de la democracia, a esta altura, es un acto urgente de defensa propia para evitar el rumbo al precipicio.
Foto: La Jornada/Fisgón.

17 de noviembre de 2014. JA

No hay comentarios:

Publicar un comentario