jueves, 14 de julio de 2016

Bases para el movimiento nacional frente a la nueva contrarrevolución

A partir del ciclo abierto en diciembre de 2015, los argentinos estamos padeciendo el reverso de los últimos doce años, prolongando en el siglo XXI la sucesión de revolución y contrarrevolución presente en toda nuestra historia. Las medidas económicas y políticas tomadas nos indican que el imperialismo financiero ha tomado nuevamente el control del estado y el país, aliado al sector agroexportador. 
El Banco Central ha vuelto a ser el “rey del país” como alertaba Scalabrini Ortiz en 1956 frente a la dictadura de Aramburu, con la actual política de Sturzenegger de poner el crédito, la moneda y el tipo de cambio al servicio de la especulación financiera y en contra de la producción industrial, el mercado interno y el trabajo. La relación amistosa con el Fondo Monetario Internacional y “el buitre entre los buitres” Paul Singer, nos confirma este pésimo escenario, mientras se acentúa el giro hacia el seguidismo de la política exterior de los Estados Unidos. Frente a este regreso a la dependencia económica y a las políticas de ajuste y desigualdad social, los sectores de trabajadores han iniciado inmediatamente la protesta y resistencia. Las diferentes movilizaciones sindicales y sociales, entre las que cuentan las masivas del 24 de marzo, del palacio de Comodoro Py y la del movimiento obrero del último 29 de abril, son todas manifestaciones de la contradicción fundamental que divide las aguas en los países dependientes como el nuestro, entre el movimiento nacional y el bloque oligárquico imperialista.
El movimiento nacional, hoy.
Se habla de la necesidad de unidad en la acción, de avanzar hacia un amplio frente político y que la columna vertebral debe ser el movimiento obrero, a lo que se le suma la propuesta concreta de la ex presidenta Cristina Fernández de construir un gran frente ciudadano, pero es preciso considerar algunas de las características principales del movimiento nacional, para acercarnos hacia una más adecuada comprensión del problema político. En los países oprimidos, la oposición a esa sujeción imperialista es la causa del origen de los movimientos de emancipación nacional. La concurrencia en un mismo frente político de distintos sectores sociales cuyo punto de coincidencia es su condición de oprimidos por la política imperialista y, en lo económico, su vínculo vital con el mercado interno, es una nota común en los países latinoamericanos. Allí van, desde la pequeña burguesía urbana y rural, comerciantes, docentes, empleados públicos, productores industriales medianos y pequeños, empleados, hasta sectores populares –trabajadores desocupados, de la agricultura familiar, economía popular, campesinos, indígenas- y el propio movimiento obrero. Tanto el yrigoyenismo como el peronismo, en épocas históricas diferentes, tuvieron esa composición policlasista, cuyo punto de aglutinamiento era el enfrentamiento político con la oligarquía y la opresión nacional. El kirchnerismo ha sido expresión de esa histórica política nacional y democrática, con una propuesta de inclusión social, redistribución de la riqueza y autonomía regional frente a las potencias dominantes. Al igual que el yrigoyenismo y el peronismo en sus etapas finales, e incluso otros movimientos nacionales en el continente, el kirchnerismo tampoco estuvo exento de presentar rasgos de agotamiento y necesidad de superarse por medio de un programa de transformaciones estructurales y de perfil popular, que no pudo encarar. En este orden, destacan algunos señalamientos en los aspectos organizativos y programáticos. De lo primero, acerca de las dificultades para ensanchar la base social del movimiento político y su distanciamiento con el movimiento obrero y otras organizaciones sociales. De lo segundo, en el programático, la insistencia en confiar excesivamente en el alto empresariado para cumplir su fallido rol de burguesía nacional. Esto es preciso tenerlo en cuenta para tomarlo como punto de partida de nuevas y fecundas reflexiones porque, en buena medida, en ellos están las razones de la derrota electoral. Un programa de nacionalismo popular se caracteriza por procurar el control estatal del comercio exterior, el sistema financiero, los recursos naturales y de las áreas estratégicas de la economía, como la siderurgia entre otras. A su vez, las tensiones sociales y diferencias para definir el perfil ideológico son inherentes a una alianza social heterogénea y su unidad dependerá de que cada sector componente del frente nacional, así como especialmente la dirección política, asuman como prioritaria la confrontación principal contra el sector oligárquico y proimperialista. En este sentido, destaca anuncios como el de SMATA de negarse a colocar autopartes importadas que sustituyan a las nacionales, las reincorporaciones logradas por La Bancaria y el plan de lucha de la Corriente Sindical Federal y de la CETERA, así como la posición del peronismo bonaerense de denunciar el ajuste y la política a favor de la banca extranjera. La lucha sindical, por más necesaria y justificada que sea, es impotente para recuperar la senda nacional y democrática si no se la integra a objetivos políticos de reivindicación popular y nacional planteados desde la propia clase trabajadora, en la fecunda tradición histórica del 17 de octubre de 1945 y la CGT de los Argentinos. La conciencia por parte de los trabajadores acerca de que la lucha contra el coloniaje y el progreso histórico del país están, principalmente, en sus manos, es la clave para dejar atrás los tiempos contrarrevolucionarios que buena parte de Latinoamérica ha empezado a transitar. En las condiciones actuales de necesidad de ampliar la base social del movimiento no parece posible esperar un giro a la izquierda de su conducción, aunque esto no nos exime de poner las cosas en claro. La movilización popular será el eje de reorganización del movimiento nacional sin perjuicio de la parsimonia de muchos, porque como decía Jauretche, nada menos que los días previos al Cordobazo, el burro viejo no agarra trote salvo cuando es la calle la que trota y entonces arrastra al burro con todo.
10 de mayo de 2016, en Señales Populares.

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