Nació el 13 de
julio de 1924 en El Pueblito, cerca de la localidad de Nogoyá, en la Provincia
de Entre Ríos. De familia yrigoyenista, por lo que alguna vez dijo: “siempre me
llamó la atención el contacto que existía entre Yrigoyen y todo ese criollaje
que no conocía diarios ni radio. ¿Por qué esa relación de los criollos viejos
con el caudillo? Quizá pensaban que Yrigoyen era la reivindicación de los
caudillos.” Hizo el bachillerato con los dominicos en Córdoba, cursó tres años
de filosofía como novicio en el Convento de Santo Domingo y luego otros tres
años más teología en la Universidad de San Antonio de Cuzco, Perú. Tuvo
actividad docente, en especial a su cargo el dictado de la materia Historia
Argentina I en la Facultad de Filosofía y Letras en 1973 y 1974. También
ejerció una profusa labor periodística en diferentes medios, entre ellos, Clarín
(1960), Crítica (1963), Siete Días (1977-82), Panorama (1977-82), La Prensa, El
Hogar, Crisis, Megafón, Estudios Americanos (Sevilla) y Cuadernos
Hispanoamericanos (Madrid). Realizó viajes de estudio por diferentes países
de América y Europa. Regresa a Buenos Aires, desde Cuzco, en octubre de 1946.
En 1950, atraído por el peronismo, conoció en una peña de jóvenes escritores a
la que concurría todos los viernes a la noche en la sede del Hogar de la
Empleada, a Eva Perón. Más tarde, se casaría con Antonia Simó, con quien
tendría dos hijos.
Poeta, estudioso
de la poesía gauchesca, así expresaba su lealtad, en todas las artes posibles,
hacia el hecho nacional en su perspectiva de revisión. Habrá sido nomás su
vocación nacional y popular que lo impulsó a transitar todos los caminos
creativos que aparecían a su alcance. Escritor de cuentos, de una tira diaria
en Clarín, de canciones del folklore, de una pieza teatral. Entre su poesía, se
puede nombrar entre varios “Como una antigua queja”1950, “Una provincia al
Este”1951, “Poemas con fusilados y proscriptos”1964, “Poesía rioplatense en
estilo gaucho (antología), 1962. Hace poco, en una entrevista dijo:
“No sólo es Buenos Aires”, el género gauchesco; sino que “puede ser un Mercosur
espiritual, porque su geografía, su territorio y su lenguaje abarcan el sur de
Brasil y del Uruguay y las provincias argentinas del Litoral”. Su espíritu
reaparece en el tango, con los orilleros y compadritos. “Y esa postura de
denuncia social, de picardía y de humor ácido, continúa hoy en el rock.” Conoció
a Enrique Santos Discépolo, quien “aunque no ejerciera en los claustros
universitarios Discépolo fue un filósofo, y está más vivo que nunca en las
letras de sus composiciones. Lo que predijo para el año 2000 sigue teniendo
vigencia en el 2001”.
Pero su obra más
importante es la referida a la ensayística, en la que siempre respetó
estrictamente la más rigurosa metodología de la investigación. “Civilización
y barbarie” (1956), “Vida y muerte de López Jordán” (1957), “José Hernández,
periodista, político y poeta” (1959), “Alberdi y el mitrismo” (1961), “Vida del
Chacho” (1962), “José Luis Busaniche”(1964), “Civilización y barbarie en la
cultura argentina” (1965), “El revisionismo y las montoneras” (1966), “Historia
del país de los argentinos” (1967), “Iconografía de Rosas y de la Federación”
(1970), “La historia a la vuelta de casa” (1971), “Entre Ríos, cuchillas
historias” (1971), “La cultura en la época de Rosas” (1973), “Perón y el
peronismo en la historia contemporánea”, vol. I (1975), “Un nuevo diálogo
gauchesco sobre Rosas” (1975), “La Confederación, un proyecto nacional
olvidado” (1976), “Historicismo e iluminismo en la cultura argentina” (1977),
“Militares de la soberanía” (1981), “La recuperación de la conciencia nacional”
(1983), “Social-democracia, ¿por qué?” (1984), “Perón y el peronismo en la
historia contemporánea”, vol. II (1984), “Perón y el justicialismo” (1985),
“Eva Perón en la historia” (1986), “Porque esto tiene otra llave” (1994), “Goya
en la Argentina” (1995), “La jornada del 17 de octubre” (compilación) (1996),
“Eva Perón sin mitos” (1996), “La conciencia nacional” (1996), “45 poemas
paleoperonistas” (con Aurora Venturini) (1997), “De Don Juan Bautista a Don
Juan Manuel Castañeda” (1998), “Poemas con matreros y matreras” (1998), “J.W.
Cooke, el diputado y el político” (1998), “Otra vuelta con Martín Fierro”
(1999), “Evita hay una sola”(1999), “El peronismo visto por Víctor Frankl” (1999),
“El pensamiento nacional, breviario e itinerario” (2000), “Siete escollos sobre
Perón” (2001), “El Che, Perón y León Felipe” (2002), “Alpargatas y libros” I y
II (2003/2004), “Historia y antología de la poesía gauchesca” (2004), “Reseña
de acontecimientos históricos (1553-2003)” (2005), “Diccionario histórico
argentino” (2005). Estudió figuras históricas tan variadas como, entre
otras, Alejo de Peyret, Francisco Fernández (el dramaturgo olvidado,
según Ricardo Rojas), Juan B. Alberdi, Leonardo Castellani, el padre Castañeda,
Nimio de Anquín. También, completó la obra de José María Rosa en la conocida y
respetada colección de Historia Argentina.
En materia
historiográfica se destacó por su opción revisionista y la revalorización de
los caudillos federales. Hombre del interior, más precisamente hombre del
Litoral, proveniente y vinculado a nuestra Argentina profunda, su primera
biografía acerca del caudillo entrerriano Ricardo López Jordán “surgió de la
contradicción entre la versión urquicista que le enseñaron en la escuela y la
tradición jordanista que escuchaba en su casa”. “Mi abuela era de Paysandú y
con dos hermanos logró escapar del sitio. Se fueron a Entre Ríos, como muchas
familias, y contaban una historia distinta”.
Tradición oral y
enseñanza escolar, dos pedagogías historiográficas diferentes en cuya pugna se
transluce el enfrentamiento entre el revisionismo y la historia mitrista de
óptica liberal. Su vocación revisionista era consecuencia de su condición de
historiador y pensador comprometido con las cosas del país y las necesidades de
su tierra. En 1957 se publica “Vida y muerte de López Jordán”, en donde
reivindica con fundamentos a uno de los últimos caudillos federales. Su
compromiso afectivo hacia la figura de este caudillo y hacia la causa federal
se expresa en versos suyos: “Que celaje sin fin hubo ese día/cuando
abrieron tu sangre en una acera/lejos de tu destino guitarrero,/cuando hicieron
un sitio y te dejaron/la pesada manea de una bala!”.
Sobre Angel
Vicente Peñaloza, “uno de los grandes ignorados de nuestra historia oficial”.
De José Hernández, que además de un gran escritor fue un militante político de
posición federal. Sobre el punto, decía que “el fondo temporal de El gaucho
Martín Fierro se determina, en primer lugar, por el cuadro histórico en que el
poeta gaucho desarrolló su acción y del que tomó los temas capitales de su
obra: las levas motivadas por la Guerra del Paraguay, en la que los criollos
provincianos se negaban a participar: los fraudes electorales en los que decidía
el Comandante Militar o el Jefe Político; el servicio de fronteras, motivo
permanente de injusticias a menudos cruentas; el trato desigual a los hombres
de la campaña y a los de la ciudad; la mala distribución de la tierra; la
legislación postiza impuesta por quienes desconocían ‘las necesidades del
pueblo’”
De su labor
documentada en los archivos concluyó que esos caudillos federales, jefes
políticos de las masas de los pueblos del interior, habían sido víctimas de la
manipulación historiográfica para trascender en la posteridad como “forájidos”
o “bárbaros” en contradicción con la Civilización, cuyos máximos representantes
eran el capital extranjero y las elites locales. “La Argentina es
deformada cuando termina el caudillaje”, dice. Las premisas iluministas a
partir de las cuales se estructuró el aparato cultural argentino, son la causa
de sus graves deficiencias y alienación.
Para Fermín
Chávez “existe, en primer lugar, lo que estrictamente podría
denominarse idea federal de los pueblos, que se contrapone a la idea unitaria o
liberal, que desde Buenos Aires se irradia hacia el interior del país desde
1813. Esa idea federal, nutrida del sentimiento popular, se caracteriza por su
apego a lo americano como valor moral, como sangre impulsada desde lo ético y como
unidad regional que trata de integrarse naturalmente – y sin coacciones
forzadas- en una sociedad más amplia. Esa idea se descubre a sí misma al
enfrentarse con lo Porteño, es decir, con lo que trae el puerto como residuo
del siglo de las luces y que está en la mente de las clases cultas
convirtiéndose en sectarismo progresista. En el fondo se trata de una
cosmovisión casi vegetal, de raíz netamente popular, que se enfrenta a una
filosofía de importación mal digerida. Para tales clases cultas, todo lo que se
diferencia del progresismo liberal, o se le opone, es bárbaro. Y se acuña
entonces una fórmula que quiere ser una disyuntiva: civilización o barbarie”.
Una cumbre en la
cultura nacional es su obra “Civilización y barbarie. El liberalismo y el
mayismo en la historia y en la cultura argentinas”, de editorial Trafac (Bs.
As., 1956). En ella se reúne una serie de ensayos cuya tesis central es
sostener el “perjuicio moral y cultural que le viene haciendo al país
el falso concepto de Civilización que a partir de 1837 le impusieron quienes
por primera vez hablaron de la Barbarie americana en sentido negativo. La
fórmula sarmientina que trastorna los supuestos culturales de la Argentina
hasta el punto de hacerle creer a los nativos que su civilización consistía en
la silla inglesa y en la levita”. Era la respuesta que desde el
pensamiento nacional y popular contradecía a la línea Mayo-Caseros expuesta
por el poder después del derrocamiento de Perón, para justificar en el pasado
la instauración del régimen liberal oligárquico en 1955, al que a la vez
definió como “la cuarta invasión de los ingleses”, por la influencia
británica en el golpe de estado. Hombre de confianza de Juan Perón, adhirió a
la resistencia peronista.
Latinoamericanista,
sostuvo en su obra que la clave de nuestra cultura está en las ataduras que nos
ligan a “la patria americana”.
“Fermín Chávez
encaró el estudio serio y con irrefutable documentación de aquellas personas
que fueron ignoradas, mancilladas y distorsionadas por la versión liberal de la
historia”, se puede leer en la declaración de condolencias por su
fallecimiento, de parte de la Cámara de Diputados de la Nación. Al dedicarse a
la investigación de la redacción de la Declaración de la Independencia,
encontró que se había suscripto una copia en el idioma quechua. El 2 de
octubre de 2003 fue declarado ciudadano ilustre de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, y con posterioridad también sería ciudadano ilustre pos mortem
por declaración de la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires. Fue reconocido por el Instituto Superior "Dr. Arturo
Jauretche" de la ciudad de Merlo, P.B.A. y por la CETERA.
Con la
profundidad de su labor ensayística e historiográfica realizó un aporte
sustancial a la causa nacional y al desarrollo auténtico e integral de nuestro
país. Su marginación tal vez fue consecuencia de su posición respecto de los
próceres de la historia, o tal vez de su definitiva crítica a los excesos del
iluminismo en nuestra cultura de país semicolonial. "Fermín podía
dar clases magistrales y aquí era menospreciado, no entraba en las
academias", opina el museólogo Héctor Errasti, oriundo de
Villaguay: "Muchos profesores de Historia no saben lo que se
perdieron".
La siguiente
proposición sintetiza el norte de su pensamiento: “La colonización mental es
el requisito indispensable para la colonización material. Uno se puede liberar
siempre y cuando haya una autoconciencia nacional”. Por eso,
consecuente y crítico, decía que Carlos Menem había sido “el Terminator del
peronismo”.
Un periodista
describió su sala de trabajo con “libros de historia, viejos periódicos
federales enmarcados, una fotografía poco conocida de Ricardo López Jordán, y
bajo el vidrio de la mesa un poema de Ernesto Guevara en Ñancahuazu copiado a
máquina”. Esto último, símbolo de su simpatía por "El
Che", que lo llevaría en los últimos años al rescate de su relación con el
peronismo. A Fermín Chávez se lo describe certeramente con “pañuelito al
cuello y camisa vieja, y anteojotes y bigotes de prosapia montonera”. En una
entrevista reciente, Aurora Venturini su última compañera, lo elogió al decir
que no conocía “a ningún hombre, salvo Fermín, que no haya hablado mal de las
mujeres”.
Su profusa obra
lo muestra como poseedor de una fuerza que no se resignó a pesar del
desconocimiento y ninguneo de los medios culturales oficiales en épocas
disímiles, pero mayormente adversas y asfixiantes. Y con un aporte esencial a
la formación de la conciencia nacional y popular. Sus libros aún hoy, tiempos
de democracia, están agotados y son de difícil hallazgo. Será porque, como él
decía, “todas las formas de la historia son militantes”.
Falleció el 28
de mayo de 2006, en el barrio de San Telmo, donde vivió gran parte de su vida.
JA
Fermín Chávez :
Civilización y barbarie. El liberalismo y el mayismo en la historia y en la
cultura argentinas” editorial Trafac (Bs. As., 1956); y Historicismo e
iluminismo en la cultura argentina, editora del País (Bs. As., 1977).
Revista Soles -
Nº 75 Abril de 2001 (en http:www.solesdigital.com.ar).
Entrevista a Fermín
Chávez, por Jorge B. Rivera, Crisis , mayo, 1975
(en: www.elhistoriador.com.ar)
HCDN,
31/05/2006.
Página 12 y
Clarín, del 29 de mayo de 2006, y Página 12 del
9/12/2007.
Currículum
personal entregado por Fermín Chávez.
Publicado en el
Tomo III de Los Malditos, Ed. Madres de Plaza de Mayo, coord. Norberto Galasso,
2009.
No hay comentarios:
Publicar un comentario