El
Centenario, un país para pocos
por equipo de formación
Corriente política E.S.Discépolo
Buenos Aires, 1910. La Ciudad se prepara
para celebrar los cien años de existencia de la "patria".
Los festejos incluyen ilustres visitas como la Infanta Isabel de
Borbón, el presidente chileno Pedro Montt, el italiano Ferdinando
Martini, el alemán General Colmar von der Goltz, entre otros. La
ciudad cosmopolita se presenta al mundo como la "perla europea
de América". La civilización y el progreso parecían haberse
finalmente logrado.
Sin
embargo, la construcción de la patria que dará origen al "granero
del mundo" se construye con mucha sangre derramada y no
precisamente utilizando métodos "civilizados".
Desde
1810, la guerra civil fue el escenario político del territorio del
antiguo virreinato del Río de la Plata. Dicha guerra era entre dos
sectores bien definidos: aquellos que bregaban por la unidad
latinoamericana y el proteccionismo económico -en pos de resguardar
las incipientes industrias artesanales del interior- contra aquellos
que pretendían el liberalismo económico que pregonaban las
potencias europeas (Inglaterra en particular) y que veían en la
cultura europea la civilización, y en lo americano la barbarie.
Las
luchas descarnadas entre estos dos bandos dejaron un tendal de
muertos en el camino. La represión desde Buenos Aires se incrementó
bajo el gobierno de Mitre (1862-1868) y Sarmiento (1868-1874). Basta
recordar la Infame Guerra del Paraguay, donde la alianza entre los
liberales porteños (liderados por Mitre), el Imperio del Brasil y
los Colorados de Uruguay, destruyeron al país latinoamericano más
avanzado del momento. Paraguay fue el primero en tener un
ferrocarril. Poseía un desarrollo industrial avanzado orientado al
mercado interno. Era un mal ejemplo para el resto de América.
Inglaterra en alianza con las facciones librecambistas destruyen este
proyecto.
"Estamos
por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas
guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto o falta
de razón. En ellos, se perpetúa la barbarie primitiva y colonial.
Son unos perros ignorantes... Al frenético, idiota, bruto y feroz
borracho Solano López lo acompañan miles de animales que obedecen y
mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a
todo ese pueblo guaraní. Era necesario purgar la tierra de toda esa
excrecencia humana, raza perdida de cuyo contagio hay que librarse"
Sarmiento
Las
palabras de Sarmiento ilustran el desprecio por lo americano, lo
popular y la búsqueda de europeizar nuestro territorio. Pero, ¿qué
factores permitieron el triunfo de este proyecto? El contexto
internacional puede brindarnos algunas explicaciones. Hacia mediados
del siglo XIX las potencias capitalistas necesitan nuevos mercados
para sus productos manufacturados, y también materias primas para
continuar su desarrollo industrial. En este marco, ingresa América
Latina a la división internacional del trabajo, como productora de
materias primas y receptora de productos manufacturados y capital
europeo.
Según
las condiciones naturales de cada territorio (llamadas "ventajas
comparativas") cada país se especializará en la exportación
de un producto en particular. Bolivia, Perú, Chile y Venezuela serán
países productores de minerales. América Central, Brasil, Colombia
y Ecuador, países exportadores de productos subtropicales. Y por
último Argentina y Uruguay exportadores de productos agrícola
ganaderos.
Para
llegar a este punto hacían falta resolver algunas cuestiones. Por un
lado, lograr la estabilización política (fin de la guerra civil) y
el mejoramiento de los caminos para la salida de materia prima y la
entrada de manufacturas europeas. La introducción de los
ferrocarriles fue llevada a cabo por el capital inglés, organizados
en forma de abanico ya que todas las líneas desembocaban en el
Puerto de Buenos Aires. Era la mejor forma de transporte a la vez que
herramienta de penetración en las zonas del interior, y esto fue
posible por la “normalización” del Estado. Las condiciones de
inversión de los ferrocarriles y los beneficios otorgados a los
ingleses muestran claramente nuestro carácter semicolonial.
Junto con la expansión de las fronteras (1879, conquista de la
Patagonia en la mal llamada "Campaña al desierto" llevada
a cabo por Julio A. Roca) se produce el aumento de las zonas
cultivadas, motivando también la inmigración europea. Pero en este
modelo de país solo algunos eran beneficiados: los ingleses, y la
oligarquía local. Pero, ¿quiénes integraban esta elite? Aquellos
terratenientes y comerciantes ligados al mercado externo que no se
preocuparan en reinvertir capital. Los mismos que cuando visitaban
Europa eran famosos por "tirar manteca al techo" para
ostentar su riqueza. Apellidos como Martínez de Hoz, Guerrero, Luro,
Cobo, Peralta Ramos, Álzaga, Lezama, Anchorena, Mitre y Alvear
resonaran a lo largo de nuestra historia atrincherándose bajo la
defensa de sus tierras y bienes, impulsando un modelo que condenaba a
las mayorías a la pobreza y exclusión.
El
poderío económico de esta clase estaba dado por la "Renta
Agraria Diferencial". Claro está que en todos los países los
dueños de las tierras obtienen una cuantiosa ganancia. Pero en la
Argentina esta ganancia es extraordinaria ya que las condiciones
geográficas de la Pampa húmeda permiten una productividad mayor al
del resto de los países. ¿Será que estos hombres se consideran
creadores de la riqueza natural?
Lo
cierto es que con estos abundantes recursos esta clase parasitaria
vive ostentosamente, una parte del tiempo en Europa, otra en Buenos
Aires. Sostienen la ideología dominante mediante diferentes
dispositivos, tales la educación o la prensa escrita (no olvidemos
el diario La Nación), transmitiendo lo europeo como lo civilizado y
exquisito y lo nacional como lo Bárbaro.
Se
forma así una economía dependiente del mercado internacional y
altamente ventajosa solo para una minoría oligárquica antinacional
y conservadora, mientras el resto de la nación se ahoga en la
miseria. Este es el país del Centenario, una Argentina para pocos.
Pero aquellos excluidos de estos privilegios quisieron hacer oír su
voz frente a tanto público presente. Mientras se realizaban los
preparativos para la celebración de los 100 años de la Revolución
de Mayo, los obreros convocan a una huelga para el 18de mayo con el
objetivo de derogar la Ley de Residencia. El estado oligárquico,
fraudulento y antipopular responde dictando estado de sitio y con
fuerte represión policial.
Usando
estos métodos, el régimen conservador logra mantenerse hasta el
primer cuarto del siglo XX cuando resurgen las fuerzas populares,
herederas del viejo federalismo del interior, articuladas con nuevos
actores sociales como los inmigrantes. La Unión Cívica Radical
logra imponer el voto secreto, universal (sólo para los hombres) y
obligatorio, llevando a Yrigoyen a la presidencia en 1916. Aunque
lleva adelante una política nacional y democrática, no logra
cambiar la base productiva del modelo agroexportador. Sin embargo, es
un periodo de ascenso de los sectores populares dentro de este mismo
modelo: se recuperaran tierras para el estado nacional, se proyecta
la creación de Y.P.F en búsqueda de la soberanía energética, se
apoya la reforma universitaria y se sostiene la neutralidad ante la
Primera la guerra mundial.
Luego
de estas políticas, el radicalismo da un giro a la derecha con
Alvear, quien es loado por la clase dominante. En 1928 reaparece la
posibilidad de la elección de Yrigoyen, y frente al acto democrático
que daría la victoria a los sectores populares, la clase dominante
comienza a utilizar el “fraude patriótico” para gobernar,
política que no dejara de usar frente a los grandes movimientos
nacionales.
Desde
1930 a 1943 nuestro país vivirá inmerso en la metafóricamente
llamada "DECADA INFAME". La oligarquía intenta por todos
los medios perpetuar el coloniaje. Frente a la crisis mundial
desatada desde el gobierno se promueve un firmar un tratado con
Inglaterra a fin de evitar la caída de la compra de materias primas.
El Pacto es vergonzoso para nuestra dignidad nacional. El Pacto "Roca
- Runciman" fue firmado en Inglaterra en 1933. En esta ocasión
el Vicepresidente argentino Julio A. Roca (hijo) la siguiente
declaración: "La geografía política no siempre logra en
nuestros tiempos imponer sus límites territoriales a la actividad de
la economía de las naciones. Así ha podido decir un publicista de
celosa personalidad que la Argentina, por su interdependencia
recíproca es, desde el punto de vista económico, una parte
integrante del Imperio Británico. Por si quedaba alguna duda, Otro
funcionario argentino que recibió el título
de “Sir” de la corona británica que afirmó que la Argentina era
“Una de las joyas más preciadas de su graciosa Majestad”.
El
país del centenario parecía volver a levantarse sobre las cenizas.
La oligarquía intentaba no ceder sus privilegios y para ello usa el
aparato estatal que conservaban mediante el fraude.
Mientras
tanto las villas miseria nacían en los alrededores de Buenos Aires,
mostrando una realidad que muchos preferían no mirar. Como lo
retrata E.S.Discépolo en su tango Yira, yira: "...cuando
no tengas ni fe, ni yerba de ayer, secándose al sol; cuando rajés
los tamangos buscando ese mango que te haga morfar...la indiferencia
del mundo que es sordo y es mudo recién sentirás."
Llegamos
así, a 1943. La crisis del sistema capitalista y la baja de las
exportaciones e importaciones habían producido cambios profundos en
la sociedad argentina. La industrialización por sustitución de
importaciones genera una industria liviana y un aumento de la clase
trabajadora. Pero la oligarquía parecía no querer darse cuenta que
los tiempos históricos habían cambiado. Insistentes en mantener sus
privilegios recién registraran a los obreros como sujetos sociales
cuando desde los márgenes de la ciudad marchen a defender al
coronel Perón, quien liderará un proceso profundo de Liberación
Nacional.
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