viernes, 8 de julio de 2016

El legado de Hugo Chávez y sus interpretaciones (2013)


La ausencia física del líder bolivariano ha abierto la etapa de las interpretaciones sobre su política, las que por supuesto como cualquier acto ideológico se encuentran cargadas de sentido político que no deben pasarnos inadvertidas.
Uno primero deba pasar por Macri y los multimedios Clarín y La Nación cuyo desprecio al chavismo tiene el significado de impugnar los avances del Estado en la economía, reivindicar al capital financiero internacional y de paso (si se puede) recuperar el prestigio de la prensa del SIP como El País de España. Han llegado incluso a inventar la palabra “chavización” que en sus bocas (o en sus letras) es mala palabra. Por su parte, con Binner (y su confesión de que hubiera votado a Carriles) parece de algún modo volver el socialismo de Juan B. Justo con su voto a favor del progreso librecambista y probritánico, y es un eco repetidor de la internacional socialista a la que pertenece –y que también lo hacía la UCR de Alfonsín-, descendiente de la segunda internacional y de la socialdemocracia. En el desprecio a Chávez está la negación de la existencia de una cuestión nacional y latinoamericana como tarea urgente a resolver, como en su época hacían el viejo traductor de El Capital y otros referentes de izquierda tradicional (Ghioldi, Codovilla, entre muchos más actuales).
Pero una interpretación más fundada es la que sostiene que su mayor legado ha sido la inclusión social. Los datos sobre la distribución del ingreso, salud, educación, vivienda, inversión social, PBI, etc., sostienen su veracidad de modo elocuente. La inclusión social significa la modernización del país en términos de darles categoría de ciudadano a mayorías populares hasta entonces impedidas del ejercicio de derechos básicos. Esa cuestión por sí sola sería suficiente para explicar la histórica movilización popular para despedirlo de este mundo, así como la adhesión militantes de millones que se han mantenido fieles durante catorce años. Pero el legado de Chávez excede ampliamente un programa de inclusión social moderno y democrático.
El antiimperialismo de Chávez a nivel mundial es uno de los indudables legados y la reivindicación de la cuestión nacional latinoamericana son seguramente dos de sus principales legados. Ahí están los acuerdos económicos (en general alrededor del petróleo, el extraordinario recurso venezolano) con diferentes países y el regreso del Movimiento de los No Alineados del que Fidel Castro ha sido su primer presidente. El desafío político constante de quien contó que ayer estuvo el Diablo aquí, en este mismo lugar, ¡huele a azufre todavía esta mesa donde me ha tocado hablar! …(ya que) el Señor presidente de los Estados Unidos, a quien yo llamo “El Diablo”, vino aquí hablando como dueño del mundo”. Y seguramente por lo que sea recordado e invocado por las mayorías en la región: la idea que América Latina es una Nación inconclusa y fragmentada cuyo destino es su reconstrucción. Para ello, Chávez sostenía que la integración de sus países (desde México pasando por Centroamérica y todos el Caribe, hasta Argentina y Chile) encuentra firmes fundamentos históricos. La autoadscripción de bolivariano echa raíces en la historia profunda del continente, en la que aparecen protagonistas esenciales como San Martín, Artigas, Miranda, Sucre, entre tantos, todos calificados como luchadores americanos. Ahí aparece también el acuerdo tempranamente frustrado entre Perón, Ibáñez y Vargas. La CELAC, Petrosur y Petrocaribe, Telesur, el Consejo de Seguridad Sudamericano, el Banco del Sur, son medidas concretas tendientes a construirla que, en Chávez, nada de abstracto tenía.
Con su política se hizo carne el “marxismo bolivariano” y la tesis que la cuestión nacional latinoamericana solo puede resolverse definitivamente si asume un contenido superador del capitalismo, llámese este socialismo de raíz nacional o del siglo XXI, o reciba otro nombre en un futuro, es otro de sus enormes legados. Tengo para mí que la cita de Chávez de un párrafo de Norberto Galasso escrito en 1974 (América Latina Unidos o dominados), es altamente significativo porque allí se sostiene la tesis que la unidad latinoamericana solo es posible en la vía socialista. Esta posición adquiere nuevamente un valor universal apenas se observe la crisis mundial de capitalismo financiero e imperialista cuya única salida que ofrece a los pueblos es un mundo más injusto, elitista y represivo. La pretensión hegemónica del Imperialismo Norteamericano pone en riesgo la supervivencia misma de la especie humana” denunció nada menos que en la sede la ONU, la cual proponía refundarla y ubicarla en alguna ciudad del sur.
Chávez miraba con ojos vírgenes la realidad latinoamericana y de su país (como Martí y Jauretche), pero el mestizaje entre el pensamiento bolivariano, el marxismo y el cristianismo, eran guía fundamental para su conciencia. “Sigo aferrado a Cristo (…) ¡hasta la victoria siempre!” fue su último mensaje al mundo por la red social.
La intervención del Estado en la economía y su rol de conductor del proceso productivo, a partir de la propiedad de los recursos naturales y las áreas estratégicas, es otro de los puntos salientes de la herencia chavista. La constitución bolivariana de 1999, en línea con la de Ecuador y Bolivia, impulsó el reconocimiento de diferentes formas de propiedad, en donde la privada solo tiene legitimidad al servicio del bien común.
La organización popular de los de abajo (vieja referencia de Mariano Azuela para nombrar a los protagonistas de la revolución mexicana) con autogestión como clave de sustentación del programa emancipador, es otro de los puntos trascendentales de su enorme legado. Ningún proceso de transformación, después del chavismo, podrá prescindir de esta enseñanza, bajo riesgo de su declinación tarde o temprana. La inclusión de las fuerzas armadas en la categoría pueblo es sin duda otro de sus enseñanzas, que países como el nuestro deberá en algún tiempo empezar a tomar nota.
La reivindicación constante de la Cuba revolucionaria y de la figura de Fidel, tiene el valor de tomar sus banderas justo cuando se moría el siglo XX y llevarlas hacia el siglo XXI, como estándartes de liberación y justicia social. Al punto que hoy Raúl Castro está al frente de la CELAC.
Lo reseñado es una muestra de la extensión del legado de Chávez que incluye otros aspectos. Entre ellos, una nueva concepción de igualdad social que en nuestra región incluye a la lucha por la Nación Latinoamericana, el antiimperialismo y la superación del capitalismo por formas originales de producción guiadas por la consigna “o inventamos, o erramos”.
JA
8/3/2013
Publicado en Señales Populares

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