viernes, 8 de julio de 2016

El camino de la democracia es la lucha por la soberanía nacional (2015)


Uno de los principales legados del período abierto en 2003, es la enseñanza que el contenido de la democracia necesita del ejercicio concreto de la soberanía nacional. También es posible señalar lo mismo por la negativa, al quedar en evidencia que desde 1983 hasta ahora la democracia cayó en una generalizada y profunda crisis a raíz de su insuficiencia para dar respuesta al problema de la dependencia, al punto de funcionar como su legitimador.
Se trata de una enseñanza de proyección histórica porque la dependencia económica ha caracterizado largos períodos de nuestra historia. Scalabrini Ortiz graficaba diciendo que “somos un país ficticio….”

La deuda externa ha sido la pieza central del sistema de dominación económica, a través de la imposición de la política económica y la inserción subordinada el país a las necesidades de los grandes centros económicos del mundo. El conflicto con los fondos buitres es una confrontación directa con el poder financiero internacional, sin intermediarios, dando lugar a la respuesta del Estado argentino más alta de ejercicio de soberanía económica de la democracia desde 1983.

La resistencia al FMI y a la OMC, cuya expresión fue la política de desendeudamiento estratégico; el nuevo rol productivista del Banco Central; la nacionalización del sistema previsional y de YPF; la regulación monetaria y cambiaria; la firme defensa de los países de CELAC a la posición contra los fondos buitres y a favor de una regulación especial de la reestructuración de deudas externas, así como la proyecciones de crear un Banco del Sur

El grado de dependencia económica y cultural impuso una crisis de representación política que restringió sustancialmente cualquier intento democrático. No hay forma democrática posible en países hundidos en la dependencia del sistema financiero internacional. El populismo latinoamericano –como se ha denominado a los ciclos protagonizados por el liderazgo de Chávez, Lula, Kirchner, Morales y Correa- no ha sido una respuesta de emergencia ensayada por pueblos acorralados, sino la búsqueda por darle un contenido soberano a las democracias empobrecidas y vacías de contenido. El objetivo de las democracias no es limitar a los populismos para evitar su deformación autoritaria, sino profundizar sus políticas públicas para reconvertir nuestra dependencia en mayor soberanía.
La democracia como modo de participación política y ampliación de derechos, debe tener un contenido nacional, es decir, significar un avance en la autodeterminación nacional; si no, no es democracia, en todo caso podrá ser una alegación retórica de las instituciones sin realizaciones posibles. ¿Cómo se pueden realizar los derechos sociales sin un Estado que cumpla un rol activo en las áreas de la economía, y que decida sus propias políticas de acuerdo a los intereses de las mayorías populares y para proteger a las minorías financieras? ¿Cómo puede garantizarse la elección de políticas por parte de las mayorías si sea quien sea el gobierno de turno la conducción real va a estar en los organismos financieros internacionales? Ninguno de esos atributos principales de la democracia se puede realizar si no se avanza en el ejercicio de la soberanía nacional. La identidad de la democracia ha cambiado, además de la redistribución de la riqueza, la conciencia nacional ahora es uno de sus ejes centrales. De aquí en adelante, el desafío de la democracia es seguir siendo expresión política de la lucha por la soberanía.

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