Nació el 16
de marzo de 1840 en Carreta Quemada, localidad cercana a Santa Rosa de Río
Primero, en el norte cordobés. José Gabriel del Rosario Brochero, ese su nombre
completo, era originario de una familia de condición rural y fuertes
convicciones cristianas, y se ordenó sacerdote y presbítero en 1866. Desarrolló
sus primeras tareas pastorales en la catedral de la ciudad de Córdoba, en
especial durante una devastadora epidemia de cólera. Obtuvo el titulo de
maestro en filosofía por la Universidad de esa ciudad. A fines de 1869 asume el
curato de San Alberto, que comprendía más de cuatro mil kilómetros cuadrados,
con 10.000 habitantes que vivían en lugares distantes y perdidos en una
geografía de sierras y montañas, sin caminos ni escuelas, marcados por la
pobreza, el desamparo y el olvido.
Su vida
sacerdotal se caracterizó por una constante preocupación para la realización de
un proyecto de comunidad que incluyera tanto la vida espiritual cristiana como
el desarrollo económico. Y por la denuncia de las condiciones de vida pobre de
su pueblo. En 1875 comenzó la construcción de la Casa de Ejercicios de la
Villa del Transito (hoy, es el pueblo que lleva su nombre), la casa para las
religiosas, el colegio de niñas y la residencia para los sacerdotes. Junto
a ello, condujo y motivó la construcción de más de 200 kilómetros de caminos,
así como iglesias y pueblos. Predicador incansable del evangelio, pero también
promotor sin fatiga del desarrollo regional y de una educación para todos. Sus
actividades religiosas y de promoción de la obra pública se combinan sin cesar.
En 1876, 1883 y 1890 fue designado miembro de la Comisión Censal de
escuelas del Departamento San Alberto, en la provincia de Córdoba. Miembro de
otras comisiones como las de la Escuela Fiscal de Villa del Tránsito, de estudio
de un camino de herradura en las Sierras Grandes, y de la construcción del
camino carretero entre San Pedro y Altautina. También impulsó y participó
la construcción de los caminos de Villa Viso a Posta de los Domínguez, de la
cuesta de Altautina entre San Pedro y Ciénaga de los Allende, y el de Panaolma
a Tránsito.
Anda, entre
muchos otros pueblos, por Tanti, Ballesteros, Soconcho y Mina Clavero, Etruria,
Santa Rosa de Río Primero y Arroyito. Viaja a Santa Rosa y Tucumán, donde
predica en los Ingenios Santa Ana y Trinidad. Bienestar espiritual y
económico para quienes están "abandonados de todos pero no por Dios”, como
le gustaba decir. Tal vez la obra más importante que impulsó y promovió fue la
realización a solicitud suya de las oficinas de mensajerías, correo y
telegrafía. También el camino carretero a Córdoba - finalmente construido en
1904-, que iba hasta El Trapiche, pasando por San Roque y Tanti, con una
vía al norte a San Carlos, y otra al sur hasta Villa Dolores y San Pedro,
pasando por, entre otros, Nono. Y, por supuesto, su anhelo más deseado, la
proyección del ramal ferroviario que, atravesando el difícil valle de
Traslasierra, buscaba unir Villa Dolores y Soto. Este proyecto, pese a su
esforzada lucha no se concretaría. Llegó, por él, a entrevistarse con hombres
de la alta política –como Juárez Celman y Figueroa Alcorta-, y, en 1912, con
Hipólito Yrigoyen.
En 1898 fue
nombrado canónigo de la iglesia catedral de Córdoba, a la que renunció para
volver a la serranía. "Este apero no es para mi lomo, ni esta mula
para este corral", habría dicho al entregar la muceta que suelen lucir
eclesiásticos, prelados y hasta a veces ciertos académicos, como señal de su
dignidad. Es que era como él decía nomás, “Dios es como los piojos, está en
todas partes; pero más cerca de los pobres que de los ricos ". En el
museo a él dedicado, en su pueblo, se lee: “Yo soy la corteza de un tronco
viejo que sólo sirve para el paso de las hormigas”. A poco de morir, en un
diario de su provincia se leyó: "Es sabido que el Cura Brochero contrajo
la enfermedad que lo ha llevado a la tumba, porque visitaba largo y hasta
abrazaba a un leproso abandonado por ahí". Había dejado el curato forzado
por su ya quebrada salud. Murió en su casa de Villa del Transito, leproso y
ciego el 26 de enero de 1914.
En plena
época de consolidación del estado nacional, su actitud sobresale por su lucha a
favor de pueblos y parajes doblemente postergados, ya sea por sus situación
geográfica –alejados de la ciudad capital- y por la incipiente oligarquía
provinciana, como por un modelo de sociedad de tipo pastoril, ajeno al
crecimiento del mercado interno, al servicio de los intereses del capital
extranjero, con eje en el puerto de Buenos Aires y de cara a Europa y Gran
Bretaña. También, testimonio de su opción por los pobres y los pueblos del
interior, hay que destacar su amistad con el caudillo federal José Santos
Guayama, quien fue perseguido hasta ser fatalmente emboscado.
Mucho
tiempo después, el Vaticano lo declararía venerable como reconocimiento a su
obra y vida heroica en Traslasierra. No exige la realización de ningún milagro,
como sí pide para la beatificación, el paso previo a la canonización, y se
menciona un supuesto milagro que por su pedido habría realizado al haber
escuchado, en los cielos, los rezos de una desgracia terrenal. Pero la gente
más recuerda al cura gaucho, como le dicen, por sus “milagros” en vida, su
lucha incesante por unir la actitud religiosa con la búsqueda del bienestar de
su pueblo, por la obra pública, las cuestiones concretas y humanas de la
existencia social.
JA
El cura
Brochero Efrain U. Bischoff, Plus Ultra, Buenos Aires, 1980.
Diario La
Voz del interior, del 5 de febrero de 2004, en www.lavoz.com.ar
Publicado
en Los Malditos, coord, Norberto Galasso, Ed. Madres de Plaza de Mayo, 2009.
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