Nació el 9 de diciembre de 1892 en la ciudad
de Santa Fe, y falleció el 18 de mayo de 1959 en Buenos Aires. Hijo
de Julio Busaniche, hombre vinculado activamente a la política de su
provincia, y nieto de Mateo Busaniche. Tanto de parte de su madre,
doña Julia Lassaga, como de la familia paterna, le venían
antecedentes de alternancia entre la política, la jurisprudencia y
la vocación por la historia. Cursa el bachillerato en el Colegio
Nacional de su ciudad natal y a partir de ahí el derecho y las
letras serían su vocación. Abogado, historiador, crítico de arte y
traductor de viajeros europeos en nuestro país. De su época de
formación cultural inicial dan testimonio sus dichos: “Mis ideas
federalistas y democráticas, así como mi amor a la verdad, se
vinculan a la lectura de los libros de un varón ilustre, el más
alto representante de la España moderna y republicana, don Francisco
Pi y Margall…(carta fechada en 18/08/1927)”. En 1919 se gradúa
de doctor en Derecho y Ciencias Sociales. En 1923 realiza un extenso
e intenso viaje por Europa, en el que según Fermín Chávez, el
viejo mundo lo conmueve, lo vuelve “un hombre de cultura universal,
pero sin alienaciones, ni desarraigos esterilizantes”. Al leer un
artículo de su autoría, Hugo Wast le alabaría su calidad
literaria.
Al regresar a Santa Fe, en 1925 es designado Subsecretario del
Ministerio de Instrucción Pública y Fomento, cargo que ejerce hasta
marzo de 1929, ocasión en la que encara una reforma a fondo del plan
de estudios de las escuelas normales de la provincia. En 1927 publica
su primer ensayo, “Estanislao López y el Federalismo del Litoral”,
en el que busca refutar lo vertido por Carlos Aldao en su “Caudillos
argentinos”, y al año siguiente la recopilación “Representación
Nacional de Santa Fe 1828-1829. Actas y otros documentos”, con lo
que da inicio a su labor historiográfica.
En un viaje a Salamanca, España, en 1928, después de buscar
vanamente a don Miguel de Unamuno, a quien admiraba, lo encuentra de
casualidad en una fonda. El encuentro lo impresiona a Busaniche,
porque Unamuno le contó de su predilección por Francisco Solano
López, Gaspar Rodríguez de Francia y de Juan Bautista Alberdi, y de
su escasa simpatía por el general Mitre.
En 1929 se imprimió su compilación documental “Misión
Amenazar-Oro a las provincias del interior en 1829”, el ensayo
“Rosas en la historia de Santa Fe” y “El supuesto
republicanismo del Padre Oro en el Congreso de Tucumán”. En 1939
asume como profesor de historia de la Facultad de Ciencias de la
Educación en la ciudad de Paraná, cargo ganado por concurso. Poco
después editaría “Santa Fe y el Uruguay desde la Revolución de
Mayo hasta la constitución de la República Oriental”. Sus clases
en Paraná se destacaban por su conocimiento sobre los caudillos
federales del Litoral y la revelación de documentos a sus alumnos,
así por ejemplo cuando llevó a las aulas copias de las actas
secretas del Congreso de Tucumán, en donde se evidencia la posición
de fray Justo Santa María de Oro, presentado por la historia oficial
como un gran de republicano cuando del documento se revela una
“actitud monarquista”. Según el recuerdo de una alumna suya,
Busaniche “era un hombre suave y tranquilo, pero…se ponía de pie
y pronunciaba palabras rotundas, enérgicas y lapidarias para ciertos
“grandes hombres” que no actuaron como tales, para los paladines
de la oligarquía porteña y para los historiadores centralistas que
falsearon la verdad histórica”. Uno de esos momentos los tenía
para hablar de Artigas.
Fue titular por concurso de la cátedra de Historia del Arte, en la
misma Paraná. De 1934 data “El bloqueo francés de 1838 y la
misión Cullen”. En 1935 se casa con Susana Barrier. Se publica la
versión castellana de “Cinco años en la Confederación Argentina,
1857-1862” de Lina Beck-Bernard, una importante obra de su
traducción. Durante ese tiempo, mantuvo correspondencia con Juan
Álvarez, Ramón Cárcano, Emilio Ravignani y Juan Terán. Como
director del seminario de Historia Argentina y Americana publica los
trabajos “El Litoral en 1814”, “El año de la independencia en
el Litoral” y “Entre Ríos en la guerra de la independencia”.
Con el sello de la editorial Solar, que él funda, edita en 1938
“Lecturas de historia argentina. Relatos de contemporáneos”, con
el que innova en el género. En 1939, se publica su “Domingo
Cullen”, y a la vez es designado secretario de la Comisión
Nacional de Museos y Monumentos históricos, cuando se traslada a la
Capital Federal.
Ese mismo año se edita su versión castellana de Mac Cann, “Viaje
a caballo por las provincias argentinas, 1847”, y en 1941 la de
William Yates, “José Miguel Carrera”. En 1942 publica su “San
Martín vito por sus contemporáneos”. Luego se incorporaría como
docente en el Instituto Nacional del Profesorado y en la Facultad de
Filosofía y Letras. En 1945 edita su ensayo “El bloqueo francés
de 1838 y la misión Cullen. Federalismo y rosismo”, y su
traducción de “Cartas de Sudamérica. Andanzas por el Litoral”
de los viajeros británicos J.P. y G.P. Robertson.
En 1955 se publica uno de las obras más importantes: “Rosas visto
por sus contemporáneos”. Su edición sufre la amputación del
prólogo, por ser según editor “un poco rosista”, aunque en
rigor JLB nunca lo haya sido.
En 1957 una editorial porteña le encargó la escritura de un texto
de historia argentina, en el que, según Rafael Arrieta, se podía
advertir sus posiciones disidentes respecto de la versión escolar.
La obra quedó inconclusa y abarca hasta la presidencia de Sarmiento.
Sí pudo finalizar su “Bolivar visto por sus contemporáneos”.
En definitiva, se puede resumir su perfil de historiador en su obra
sobre Estanislao López, en donde expresa que “nuestra historia se
ha resentido siempre de ese afán de reducir a fórmulas cómodas y
triviales los fenómenos complejos”, la historia oficial denunciada
como una política de estado, por eso era, como le gustaba nombrar,
la “historia oficial subvencionada”. Reivindica a los movimientos
federalistas del Litoral por tener un significado democrático, pese
a “la consabida apología de los gobiernos porteños, y la vieja
cantinela de la barbarie caudillesca”. Sobre Artigas, lo defiende
en tanto caudillo federal frente a “las diatribas de don Vicente
Fidel López”, en especial al sostener que “cuando cruzó a la
provincia de Entre Ríos en 1814, era porque contaba ya con la
adhesión casi unánime de todo el litoral”.
Otro ejemplo se verifica en sus observaciones sobre los viajeros
hermanos Robertson: “Ellos no representaban la civilización, sino
el comercio y el dinero, que no siempre son aliados de aquélla”.
Una acotación metodológica de valor, aportada por Fermín Chávez:
“tenía (JLB) un concepto cabal de la historia, no como expresión
parcial de una realidad sociológica, sino como un proceso total en
el que no es lícito confundir la parte con el todo…la causa de una
facción con la causa nacional”.
A Fermín Chávez la vida de Busaniche le provoca una cruda reflexión
sobre nuestro habito a “dispensar indiscriminadamente honras y
homenajes por doquier, pero difícilmente sabemos distinguir entre la
maraña que crece abonada por la cultura oficial, el oro de buena
ley”. “La tierra argentina termina destruyendo a sus más
preclaros hombres”, aunque, esperanzado, afirma que “un sentido
de piedad…nos reclama desde no sé donde para decirnos que la
patria no ha de ser siempre el desierto que, más de una vez
(entrando o saliendo de él), nos figuramos”.
José Luis Busaniche, escritor, traductor e historiador argentino,
hombre del Litoral y de la cultura nacional, fallece el 18 de mayo de
1959 en su casa de Olivos. Al día siguiente un pequeño grupo de
amigos le da la última despedida, y según J. A. de Diego, “ni los
académicos, que muy bien lo conocían, ni los revisionistas, que no
podían ignorarlo, dieron en la oportunidad”. Ello no es más que
expresión de la tan lamentablemente habitual desvaloración del
quehacer vernáculo; en especial, si se trata de “un hombre
despreocupado por los agasajos áulicos y las alharacas sectarias”.
JA
Fermín Chávez: “José Luis
Busaniche”, Edic. Culturales Argentinas, 1964.
http://www.juanmanuelderosas.org.ar/,
del Instituto de Investigaciones “Juan M. de Rosas”.
Publicado en Los Malditos, coord. Norberto Galasso, Ed. Madres de Plaza de Mayo, 2009.
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