La invención y uso de "los figurones" es tan antigua en nusetor país, como eficaz para levantar a quienes están autorizados a "decir el derecho", o sea, para ejercer el poder y la dominación.
Don Arturo Jauretche explicaba un asunto que todavía
mantiene toda su vigencia: la de los figurones y los maestros
desorientadores. Jauretche alertaba sobre esta técnica de fabricación de
figurones de función colonizadora: “la firma del personaje o la
aparición frecuente y destacada, sirven para construir el prestigio. El
prestigio que una vez logrado sirve a su vez para prestigiar las ideas y
los hechos que el prestigiado apoya con su autoridad. Así constituido
el figurón va afirmando su personalidad a través de la cátedra, el libro
prestigiado por los mismos medios, las academias, los premios
científicos y literarios, las instituciones que consolidan el renombre
adquirido de la misma manera, y que para lo mismo sirven. Es toda una
construcción artificiosa y regulada cuyo acceso se logra a medida que se
acredita obsecuencia al aparato, y se da la certidumbre de que
responderá con el prestigio que se le presta, dando prestigio a su vez”
en defensa de los intereses que persigue el aparato para crear la imagen
de cultura. (Los Profetas del Odio y la Yapa). Lo que pongo de relieve
aquí, es la vigencia de un viejo método: la consabida utilización de los
figurones para la defensa de los privilegios oligárquicos.

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