jueves, 24 de octubre de 2019

BOLIVIA: ELECCIONES Y UN BALANCE


Las elecciones presidenciales en Bolivia muestran un escenario de polarización social. A la espera del escrutinio final que defina si Evo Morales ganó en primera vuelta, o es necesario un balotaje con su principal opositor, el ex presidente Carlos Mesa, el país se encuentra en una situación donde las tensiones se acentúan. En principio, Evo saca una ventaja del 46,85 por ciento contra el 36,78, con lo que conseguiría los diez puntos de diferencia para el triunfo definitivo. La definición, más allá de los números finales, va a depender de la predisposición de las partes para respetar las reglas del juego institucional, lo cual, de acuerdo a los antecedentes de los sectores de la oposición, es poco esperable ((https://www.eldeber.com.bo/154140_mesa-decide-desconocer-los-resultados-del-trep). Basta tener presente que éstos no vacilaron, en abril último, en pedir a los Estados Unidos su intervención ante la OEA para impedir la postulación de Evo Morales y la continuación de lo que denominan una dictadura totalitaria (http://www.la-razon.com/nacional/bolivia-eeuu-carta-reeleccion-trump-diputados-evo_0_3128087181.html). El senado estadounidense los apoyó y hasta el presidente de Colombia, hace días, tuvo la osadía de recurrir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos para pedir una opinión en contra de Bolivia. La Central Obrera Boliviana (COB) y la Coordinadora Nacional por el Cambio (Conalcam) se declararon en estado de emergencia y movilización pacífica nacional en defensa de la democracia (https://www1.abi.bo/abi_/).
En cualquier caso, destaca la persistencia del apoyo popular (en especial, trabajadores, indígenas y campesinos) al proyecto de país conducido por Evo Morales tras catorce años, por un lado, pero, a la vez, se advierte una merma sensible en ella, en relación a las elecciones pasadas. Esto, sumado al crecimiento del candidato opositor, ha generado un escenario de fuerte disputa por el poder político, que seguirá aunque Evo gane. La división por regiones es de clases sociales y hasta étnica también: La Paz y Cochabamba, con un apoyo mayor al 50%, son el núcleo duro del MAS, mientras que Santa Cruz y Beni, lo son de la oposición, donde los guarismos se invierten. En su primer triunfo presidencial, en 2005, Evo obtuvo el 53,7 % de los votos contra el 28,5% de Jorge Quiroga; mientras que en el último, en 2014, había alcanzado el notable apoyo del 61,36% del electorado contra el 24,23% de Samuel Doria Medina. Pero el 21 de febrero de 2016, Evo tuvo un traspié al perder el referendum para reformar la constitución y habilitar una nueva reelección que se encontraba vedada, por 51.3% a 48.7%. Luego, el Tribunal Constitucional habilitó la postulación con base en el derecho a elegir del pueblo boliviano y la preeminencia de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Se configura así, ahora, un escenario de disputa real sobre la dirección política del Estado boliviano, que no se había dado en los últimos años, con un relativo deterioro del liderazgo social de Evo Morales, pese al núcleo duro amplio y generoso, con un reposicionamiento de sectores de la oposición que, hasta ahora, eran una minoría, y en el contexto de una revalorización geopolítica del país, por sus recursos naturales y el vigor nacional dado por el proyecto del propio MAS.
Bolivia, un balance.
Más allá de la deriva definitiva de la contienda y de las reflexiones que se puedan hacer sobre las dificultades que los movimientos nacionales encuentran para lograr el recambio político que garantice su continuidad en el poder, por naturales desgastes y agotamiento de gestión, el proceso político liderado por Juan Evo Morales Ayma -el primer presidente indígena de Latinoamérica, desde Benito Juárez, de la etnia Zapoteca, en México a mediados del SXIX- vino a reivindicar a las mayorías populares de la histórica devastación material y cultural.
Bolivia es un país con una población nativa de diversidad de orígenes y culturales, tan variada y rica como su geografía, que combina el alto andino sudamericano, con las llanuras, valles y yungas, la región amazónica y la chaqueña. Sin embargo, ha sufrido durante décadas un atraso económico y desigualdades sociales, a consecuencia de una geopolítica del encierro impuesta, mientras se desarrollaba una visión de autodesprecio profundo, con culpas atribuidas al mayoritario pueblo nativo.
El ciclo de las presidencias de Evo Morales comenzó con la derrota política de los gestores del neoliberalismo y la entrega indisimulada del país, a partir de los alzamientos populares de las guerras del agua y del gas. La plata, el salitre, el estaño y el petróleo, fueron las riquezas históricamente saqueadas de Bolivia, en perjuicio de su propio pueblo, por las potencias extranjeras en complicidad de una oligarquía local, a excepción de etapas como la de la revolución nacional del Movimiento Nacionalista Revolucionario en 1952, aunque luego declinante. Evo Morales recupera los recursos del hidrocarburo (gas y petróleo), el agua, y luego desarrolla minerales como el litio. Históricamente humillado, por la Guerra del Pacífico y la pérdida del litoral, por la Guerra del Chaco, y la estigmatización internacional del país con la política de erradicación de la hoja de coca impulsada por Estados Unidos, la política de Evo Morales recupera, además, una autoestima nacional perdida. Un dato significativo es que en las mesas del exterior, el MAS se impuso con el 59,84% de la votación.
Desde entonces, Bolivia llevó adelante un proyecto estratégico de nación, con eje en la soberanía de la política exterior de orientación continental, la recuperación de los recursos naturales, el desarrollo de sus fuerzas productivas y del conocimiento tecnológico, la transformación de las relaciones de producción y de las instituciones públicas, las cuales, como dice el Vice Presidente García Linera, se las descolonizó (https://vicepresidencia.gob.bo/Garcia-Linera-hemos-avanzado-en-la), y una economía de carácter mixta, en la que actúan los sectores privado, comunitario, campesino e indígena, bajo la dirección del Estado. Sus objetivos estratégicos son: igualdad, soberanía y desarrollo. Su proyecto de nación utilizó, al modo realizado por Venezuela en 1999, antes, y Ecuador en 2008, después, como plataforma de lanzamiento una asamblea constituyente, con fuerte presencia de movimientos sociales, de trabajadores y sectores populares, donde fijó un programa de país de objetivos antiimperialistas, socialistas, con nociones como buen vivir y bien común y sentando las bases jurídicas de la nacionalización con control estatal de las áreas estratégicas de la economía, y para un sistema político de ampliación de la participación de los ciudadanos y de las comunidades. En el Preámbulo se señala: “El pueblo boliviano, de composición plural, desde la profundidad de la historia, inspirado en las luchas del pasado, en la sublevación indígena anticolonial, en la independencia, en las luchas populares de liberación, en las marchas indígenas, sociales y sindicales, en las guerras del agua y de octubre, en las luchas por la tierra y territorio, con la memoria de nuestros mártires, construimos un nuevo Estado.
La transformación de la realidad le fue a la par. Un país desarticulado internamente, desde lo económico, político e institucional, con vastas zonas incomunicadas, casi sin rutas; con una sociedad geográficamente dividida y socialmente fragmentada, con una mayoría popular hundida en la pobreza y sin esperanza de crecimiento, en contraste unos pequeños enclaves de privilegiados ubicados en la zona geográfica de la medialuna, alrededor de Santa Cruz.
La nacionalización de los hidrocarburos ha sido fundamental, ya que la captación estatal de esa renta extraordinaria ha permitido el sustento de una redistribución inédita de la riqueza, por medio de programas sociales (como los Juancito Pinto, Juana Azurduy y Renta Dignidad), del aumento del poder adquisitivo de los sectores populares y el fortalecimiento del rol activo del estado. La pobreza extrema bajó del 45,2% de la población en 2000, al 17,1% en 2017, y la pobreza lo hizo del 61% al 37%. “Mientras que en el año 2005 la riqueza acaparada por el 10% más rico era 128 veces superior a la del 10% más pobre, para el año 2016 esta distancia se había reducido 46 veces.”, según el CELAG (https://www.celag.org/radiografia-situacion-economica-boliviana/). Como explica el propio gobierno boliviano: “Lo que el Gobierno hace es contribuir al crecimiento económico mediante la redistribución del ingreso” (https://www.consuladodebolivia.com.ar/2017/04/08/la-cepal-destaca-la-distribucion-la-riqueza-bolivia/).
En su último discurso en la ONU, Evo Morales señaló: "Digámoslo con mucha claridad: la raíz del problema está en el capitalismo" y ”el mundo está siendo controlado por una oligarquía global, solo un "puñado de multimillonarios". Desde Bolivia ratifican su compromiso "para consolidar un nuevo orden mundial de paz con justicia social, en armonía con la Madre Tierra para vivir bien, respetando la dignidad e identidad de los pueblos" (https://actualidad.rt.com/actualidad/328114-evo-morales-discurso-asamblea-general-onu).
Justamente, ese es el significado importante de estas elecciones: saber si Bolivia ratifica el camino hasta ahora transitado, o si, en la encrucijada, retrocede.

Para el sitio de medios de la UNLa: megafonunla.com.ar

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