Con
fecha del primero de diciembre de 2017, el jurista seguramente más prestigioso
a nivel internacional de la Argentina y actual juez de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, Eugenio Raúl Zaffaroni, dio a conocer de manera pública
una carta abierta dirigida al actual titular de la Secretaría de Derechos Humanos
de la Nación. Se trata de una respuesta a una nota previamente suscripta por el
propio funcionario, cuyo contenido no trascendió pero en este link hay una
cobertura https://www.pagina12.com.ar/79896-no-les-alcanza-con-influir-en-comodoro-py.
La Carta nos ofrece, una síntesis de la visión de Zaffaroni sobre el presente, cuya profundidad conceptual enriquece su lectura. Pero además,
resulta especialmente valioso el énfasis puesto en invocar
el ejercicio del derecho a expresar libremente sus opiniones, más aún en estos momentos de hostigamiento y privación de derechos. Allí sostiene que su "único compromiso es con el derecho y con los Derechos Humanos, y desde esa
posición, con cincuenta y cuatro años de abogado, cuatro décadas de juez, otras
tantas de profesor de derecho y escritor de temas jurídicos, me permito
reafirmar todos mis anteriores juicios”.
En
este sentido, expresa con firmeza y fundamentos, su condición de opositor ciudadano,
desde una resistencia ideológica y cultural, a la administración nacional en
curso en Argentina, por la denigración del estado de derecho, los derechos
humanos y la democracia. Adquiere, en las actuales condiciones históricas, una
especial relevancia el enfoque de derecho constitucional y convencional –de los
tratados del derecho internacional de derechos humanos- “a ejercer los
atributos de mi ciudadanía y, por ende, a expresar libremente mi opinión como
opositor, lo que no se le niega a ningún habitante en un país que se pretende
democrático”.
En
el medio de la degradación institucional, la declinación democrática como
efecto de la regresión oligárquica padecida por nuestro país, las palabras de
E. Raúl Zaffaroni adquieren el valor de lo imprescindible para fortalecer las
reservas culturales e ideológicas necesarias para la resistencia cultural y la
superación del presente oprobioso.
De
paso, el Maestro nos enseña acerca del compromiso exigible para todo jurista que
se precie de democrático, aventando cualquier inhibición respecto de los
problemas del país propia de la cultura jurídica tradicional. Incluso, con gran
valentía, si tenemos en cuenta que hace un mes, desconocidos incendiaron
intencionalmente un vehículo estacionado justo frente a su casa. Un hombre que
predica con el ejemplo.
AQUÍ LA CARTA DE E.R. ZAFFARONI:
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