jueves, 7 de julio de 2016

D´ANDREA MOHR, JOSÉ LUIS (1939-2001)


Nació el 5 de julio de 1939. Su tatarabuelo fue el primer cónsul prusiano en la Argentina, y su bisabuelo, abuelo y padre fueron militares, por lo que siguió la carrera en continuidad de la tradición familiar. “Ingresé al Colegio Militar casi sin pensarlo. Y aunque me llovieron los arrestos, porque antes muchas cosas me rebelaban, terminé los cursos.” “Termino el Colegio Militar, hago un curso de instructor de paracaidista, me recibo y me mandan a un batallón de ingenieros en San Nicolás.” En septiembre del ´62, se niega a participar en la lucha entre azules y colorados. La situación se repite, pocos meses después, pero entonces, sufre prisión de dos meses. Luego, lo trasladan a Río Gallegos- “una especie de depósito de castigados”-, por dos años.
Después “fui a parar al norte de Santa Fe, a Villa Ocampo, casi un año. Luego fui a Buenos Aires para un curso, me casé, tuve un hijo y fui a la Antártida”. En noviembre de 1972, se negó a reprimir una movilización popular realizada ante la vuelta de Perón.
En 1976, se niega a obedecer una orden del entonces general Videla, y es pasado a retiro. “Pero yo ya estaba harto del Ejército. Tan harto que me negué a entrar a la Escuela de Guerra, imprescindible para avanzar en la carrera”. Sin embargo es vuelto a convocar para formar parte de “un grupo de tareas”, ante lo cual “no sólo dije que no, sino que amenacé de muerte a quien me dio la orden. Y esto lo cuento por los que dicen que tuvieron que obedecer. Mentira, a mí no me pasó nada”.
Apartado del Ejército, se dedicó al periodismo. Publicó algunas notas, en defensa de los derechos humanos. Se destaca una escrita en Río Negro, donde trata de criminales y cobardes a las juntas mi litares y de heroicas a las Madres de Plaza de Mayo. “A los dos días estaba preso”, contó, y “después de interminables vueltas jurídicas me destituyeron”.
En 1986 fue destituido por un tribunal castrense que lo acuso de “loco” y “maniático querellante”. En varias ocasiones él mismo se encargó de contar, con inevitable y evidente tono irónico, que en el proceso una Junta Superior de Reconocimiento Médico del Ejército, Gabinete de Psiquiatría, había dictaminado que era “un psicópata, paranoico, inútil para todo servicio militar, disminuido en un cien por ciento para actividades militares y en un setenta por ciento para actividades civiles, con tendencia a desmejorar con los años”.
Fue autor de “El escuadrón perdido” (en donde cuenta cómo, durante la última dictadura, 129 soldados fueron desaparecidos mientras prestaban servicio militar) y “Memoria debida (de vida)”, libros en los que se explica la estructura jerárquica de la represión y el grado sistemático del exterminio y del robo de bebés. Investigaciones de enorme importancia para el país y la lucha por los derechos humanos. Por eso fue testigo en numerosas causas abiertas por los crímenes de la dictadura. Cuando, en 1996, el juez español Baltasar Garzón comenzó a procesar a los genocidas, él le acercó a Madrid un ejemplar de aquél último libro. El diario madrileño El Mundo lo llamó “el capitán humanista”.
Desde su labor de escritor y periodista reivindicó los Derechos Humanos y apoyó investigaciones de familiares de víctimas de la represión. Fue miembro del Centro de militares para la democracia argentina (CEMIDA). Su crítica a las Fuerzas Armadas fue tan fuerte, en los últimos tiempos, que, en un reportaje publicado el 24 de marzo de 2006, ante la pregunta sobre qué haría si fuera designado a organizar un ejército ejemplar, contestó: “lo disolvería. No creo ni en las guerras ni en los ejércitos”. También manifestó que la mejor explicación a la represión de la dictadura la había dado la mano derecha de Martínez de Hoz, Guillermo Walter Klein, cuando dijo: “El plan económico implementado durante el Proceso sólo es posible de llevar adelante en un gobierno de facto”.
Como militar, sea cual sea su grado de jerarquía, siempre se negó a cumplir cualquier orden de represión. Repudió a la dictadura genocida y lo expresó cada vez que pudo. “No hay que dejar que otro nos diga quién es el enemigo”, le gustaba decir. Para con él nuestro respeto y reconocimiento debido.
El Capitán (R) José Luis D´Andrea Mohr falleció el 22 de febrero de 2001, en el Hospital Militar de Buenos Aires. Fueron a despedir sus resto abuelas y madres de plaza de mayo, periodistas, intelectuales, escritores y militantes de derechos humanos.

Norberto Galasso y JA

Página 12, “Locura. Murió José Luis D´Andrea Mohr”, de Luis Bruschtein, el 23/02/2001.
Página 12, reportaje de María Esther Gilio, del 26/02/2001.
El Mundo (Madrid), del 25/02/2001.
Ponencia de J.L. D´Andrea Mohr en las Jornadas de Debate y Reflexión: "Fuerzas Armadas y Derechos Humanos: ¿Es posible alcanzar el equilibrio?" (Sevilla, 22 al 24 de Marzo, 1999), Universidad Pablo Olavide.

Los Malditos, Ed. Madres de Plaza de Mayo. 2009.

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