El pasado 27 de enero se
cumplió un aniversario de su fallecimiento ocurrido, por un accidente de auto
en Villa María (Córdoba), en 1968. Pero esta nota no se trata solo de una
tardía efeméride, sino de traer al presente el núcleo del pensamiento de quien
fuera uno de los líderes sindicales principales del sindicalismo peronista
combativo de su época, en vísperas de la primera movilización de importancia
frente a la política económica regresiva y de ajuste del régimen liberal
conservador imperante. Veamos su pertinencia aunque primero bien vale recordar
una breve reseña biográfica, sin pretensión más que la de servir de contexto
para entender sus planteos principales.
1.
Amado Olmos nació en Rosario
(Santa Fé) en 1918. Fue dirigente sindical del Sindicato de la Sanidad, siendo
su secretario general durante el peronismo, movimiento político al cual adhirió
en forma militante. Incluso, en 1955, llegó a ser, unos meses antes del golpe,
diputado nacional por el partido peronista. Luego, conocería la prisión en
condición de preso político, siendo alojado en diferentes cárceles como
Caseros, Rawson, Bahía Blanca, la Penitenciaria Nacional, Rosario, desde el derrocamiento
de Perón, luego en 1959, tras la toma del Frigorífico Lisandro de la Torre, y
en 1960 por su participación en el levantamiento del General Miguel Angel
Iñiguez.
Participó activamente en la
creación de las 62 organizaciones gremiales en 1957, e impulsó ese mismo año el
histórico Congreso de La Falda (Córdoba), el plenario nacional de las 62
organizaciones. En 1962, destacaría su influencia en la creación de Unidad
Popular, la lista política que triunfaría en las elecciones a gobernador de la
Provincia de Buenos Aires, con la figura del sindicalista Andres Framini, luego
anulada, y por la cual llegó a ser electo diputado nacional. En ese mismo 1962,
presidió el plenario nacional de las 62 organizaciones en Huerta Grande
(Córdoba), dando lugar al célebre programa. Se le atribuye haberle aconsejado a
Perón que mudara su residencia de la España franquista a la Cuba socialista,
para fortalecer su posición antiimperialista; idea a la cual adheriría John
William Cooke.
La perspectiva de unificación
de la CGT aparecía fuerte en 1968, con la figura de Amado Olmos fortalecida
para ocupar el rol de secretario general, lo que se frustró con su repentino
fallecimiento en enero de ese año.
2.
Hasta aquí, una información
básica pero suficiente como para ubicarlo entre los principales referentes del
sindicalismo combativo de los años 1960, junto con Sebastián Borro, Augusto
Vandor, Agustín Tosco, Avelino Fernández, Jorge Di Pasquale, Raimundo Ongaro,
Atilio Santillan. Ahora señalemos las líneas principales de su visión sobre la
lucha sindical y la realidad política del país, cuya vigencia toma sustancia en
el presente, donde al interior del movimiento obrero aparecen líneas
divergentes sobre cómo posicionarse frente a las políticas contrarias a los
trabajadores y relacionarse con las fuerzas políticas opositoras al
régimen.
En este sentido, Amado Olmos
fue una de las máximas expresiones del desarrollo sindical combativo y
consecuente durante el ciclo abierto a partir del golpe de 1955, caracterizado
por el fuerte protagonismo sindical y, políticamente, por la proscripción del
peronismo. En este contexto opresivo, destaca entonces su planteo acerca de la
necesidad del movimiento obrero organizado de superar la mera reivindicación
gremial, sin denostar su importancia, para avanzar en el protagonismo de la
lucha política.
Esta última idea, orientadora
de la acción sindical, ha dejado una huella profunda en la tradición obrera. La
persistencia en el tiempo de esa ligazón entre el movimiento obrero organizado
y el peronismo, expresa esa búsqueda incesante, aunque de diferente intensidad,
de parte del tronco mayoritario de las fuerzas sindicales.
Además, Amado Olmos hacía el
planteo profundo y certero, característico del sindicalismo de liberación: la
lucha de los trabajadores es por la construcción del frente nacional de
liberación y por disputar la dirección política del mismo. Dejando bien en
claro la convicción que las consignas del frente de liberación nacional deben
ser las planteadas históricamente por el peronismo: la soberanía política, la
independencia económica y la justicia social. El sindicalismo, además de
levantarse para defender y ganar derechos laborales y sociales, y mejoras en
las condiciones de trabajo, debía alzar un programa de nación. La liberación
social y la nacional son asuntos prioritarios para la clase trabajadora. Los
conocidos programas históricos de La Falda y Huerta Grande, suponen esta
concepción integral del sindicalismo, al incluir entre sus enunciados la
nacionalización de las áreas centrales de la producción, el control estatal del
comercio exterior, la liquidación de los monopolios extranjeros, el control
obrero de la producción y la integración con el resto de Latinoamérica.
Suele recordarse de Olmos, una
conferencia en el Sindicato de Trabajadores del Tabaco que luego sería
publicado con el significativo título “Los trabajadores, la conducción política
y su hegemonía en la lucha por la liberación nacional”. Allí, entre otras
cosas, sostiene esto que transcribimos a continuación a modo ilustrativo:
“Tenemos que estructurar nuestra unidad interna y
dentro de ella plantear la significación histórica de nuestra lucha. Defender
el lugar que las organizaciones obreras y los obreros hemos ocupado y el lugar
que habremos de ocupar para evitar que se repitan las dispersiones, las
vacilaciones, las entregas y el privilegio (…) Nosotros no pretendemos un
partido de clase, que sería en última instancia la negación del Justicialismo
pero si exigimos la hegemonía en la dirección táctica del Partido (…) Tenemos
pendiente una gran Revolución Nacional, para esa tarea fuimos convocados un 17
de octubre y para esa misma revolución nos estamos preparando. En la hora de la
derrota, en los momentos de la dispersión y el desastre nos autoconvocamos,
fuimos nosotros quienes recogimos las triples banderas de la Soberanía
Política, de la Justicia Social y la Independencia Económica, las salvamos
cuando toda una clase de dirigentes las había abandonado. Ese es nuestro mérito
histórico. Entendemos que un gran debate en el seno del movimiento se aproxima,
este es nuestro modesto aporte”.
Como se ve, las cuestiones
centrales son puestas en evidencia y en el centro del debate. La necesidad de
un movimiento obrero unificado, la reivindicación de un rol político
protagónico y central en las disputas políticas del país, la tarea de formar un
frente nacional de liberación policlasista –de raíz antioligárquica y antiimperialista- , el problema vital de la
dirección política de ese frente, la tarea pendiente de realizar una revolución
nacional, la reivindicación de la tradición de la lucha de los trabajadores
como factor de progreso social y democracia para el país, el mérito histórico
del 17 de octubre de 1945 y del peronismo como movimiento de liberación con un
programa de país con eje en las tres consignas clásicas.
Y finalmente, la crítica de las
conducciones gremiales sin objetivos propios, y por ende el aporte para un modelo
sindical de lucha, como al afirmar la necesidad de un sindicalismo integral, “que se proyecta hacia el control del poder,
que asegura en función de tal el bienestar del pueblo todo. Lo otro es el
sindicalismo amarillo, imperialista, que quiere que nos preocupemos de los
convenios y las colonias de vacaciones solamente”. Se trata de una
concepción del sindicato como posibilidad de bastión nacional y promotor de la
lucha integral por la liberación nacional.
Amado Olmos no fue el único en
tener estas posiciones, las que eran compartidas por una tradición sindical
cuya memoria persiste, pero se trata de un testimonio de vida y compromiso
notable y digno de reivindicar. Las cuestiones que se plantean abren líneas de
debate y cuestionamiento en el presente, para orientar las acciones de
reivindicación y organización gremiales.
Javier Azzali, 19 de
Febrero de 2018
Fuentes:
http://www.robertobaschetti.com/biografia/o/43.html
Cuaderno de formación político
sindical CTERA - Centro de Estudios Históricos, Sociales y Políticos Felipe
Varela, 2015.
“Los trabajadores, la
conducción política y su hegemonía en la lucha por la liberación nacional”, de
Amado Olmos. Folleto de la Fundación Raúl Scalabrini Ortiz. Del sitio web:
eltopoblindado.com
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